lunes, 1 de enero de 2018

El desempleo médico en Ecuador





Vivir el desempleo después de tantos años de estudio, (8 años) cuando empecé a estudiar en 1974, de vivir el sufrimiento humano en carne propia, de buscar, aplicar y en muchos casos inventar soluciones a dramas de vida o muerte, para que después te veas en la calle, sólo porque no hiciste de la profesión y del dolor humano un negocio, y fuiste la víctima de un sistema de contratación pública, donde cualquiera, que llegara a ocupar un cargo administrativo en la institución para la que trabajabas, y se consideraba escogido por Dios, para decidir tu suerte y muerte como profesional.
Por lo general a los cargos públicos de libre nombramiento, donde tienen que tomarse desiciones administrativa, no llegan los mejores, sino los "guardaespaldas de un jefe", los mediocres, que por desgracia, en el socialismo, y en estratos de la gestión pública en nuestros países, llegan para hacer de las suyas.
 Estos mediocres y oportunistas llegan a puestos de mando decidir si el puesto de médico puede  para ser ocupado por el que . de manera personal, consideran conveniente, sea porque le hace favores sexuales, es su amigo, el que tiene su simpatía, o  le parece bueno para encubrir sus ingresos extraordinarios, que dada su inestabilidad, por ser cargos políticos, que van de la mano de algún funcionario en la cumbre, que estará mientras el presidente, o un ministro quiera, y tiene que hacer su festín, para no salir con las manos vacías,
Son cargos  administrativos que son ocupados por los que vienen  a perseguir a opositores, a  sacar a un posible agitador social, para quedar bien con el sindicato de auxiliares, enfermeras, o de barrenderos, que son el mayor poder dentro de las instituciones públicas.
Al ser despedido como médico del gobierno vas a encontrarte en la calle, en tu casa, en el vecindario, en la ciudad en el pueblo, como uno más, a quien los conocimientos y la experiencia no le sirven para ganarse el pan,  como uno de esos que no necesitó estudiar ni tomar desiciones, en que la vida y la muerte de otro ser humano estaba en juego,  te va a parece un verdadero castigo del diablo., por ser bueno, honesto, correcto, cumplido, serio.
La misma pregunta ronda por tu cabeza, porque fuera de la institución a la que serviste, como el Ministerio de Salud o el Seguro Social campesino, eres nadie, ni en tu propia casa piensas que tienes valía, y te preguntas, porque mierda no me hice mejor un buen narcotraficante, un comerciante, un politico pillo, un traficante de mujeres, que son las profesiones mas rentables en este país y en las que se puede ir a la cárcel por eso, pero luego de haber vivido y gozado bien, a plenitud como se dice.
El abrirse un consultorio médico, parece ser el camino ideal para salir de las angustias económicas, pero esto en los campos es rentable si puedes conseguir un grado tal de credibilidad, que  el campesino sea capaz de vender hasta lo má valioso, que es su tierra, sólo para darte a ti una parte del dinero obtenido, a cambio de la salud de su hijo, su mujer o de él mismo.
En las ciudades, tienes que estar vinculado a un gremio, a un edificio de consultorios, a un clinica privada, a alguna red de profesionales, que se recomiendan unos a otros.
Entre tanto, mientras consigues pacientes, tienes que pasar por crisis económicas, vivir un cuestionamiento permanente.
Este cuestionamiento va desde ¿por qué mierdas escogí esta carrera?, pasar por el cuestionamiento sin palabras de tu mujer y de tus hijos, que se preguntan para que diablos sirve un título profesional, si con él, mi padre o mi madre, no pueden usar sus conocimientos y experiencia, porque no hay empleo, hasta por los supuestos de tus vecinos, que se preguntan, ¿Por que está sin trabajo?  y se auto-contestan .......por algo ha de ser.
Cuando emergí de la Facultad de Medicina como uno de los mejores estudiantes, me casé.  Algo que no le gustó a mis aristócratas padres, fui a la medicina rural, y cuando regresé, me sentí desorientado.  Mis compañeros, al igual que yo, entraron en el desempleo, pero la mayoría de ellos optó por seguir estudiando, muchos fueron al exterior.  Yo cometí el error de no hacerlo, pensé que quería ser un médico de los campos, un médico rural y revolucionario toda mi vida, y que eso no enseñaban en la universidad.
Entonces tenía ya una niña, y aunque mi padre era un hombre rico, mi madre, que no me tragaba, pues era mas apegado a mi abuela, que era su enemiga, frustró cualquier buena intensión de mi padre de ayudarme.   Pronto mi padre se dio cuenta, gracias a mi hermana, que fue a estudiar su maestría y Phd,   de economía en la Universidad de Boston , que mandar a los hijos fuera del país era perder su compañía y el control sobre ellos.  Los hermanos que seguimos a mi hermana mayor, que se quedó a trabajar en el Banco Mundial en Washington, a más de ser arrogante, se creía superior a sus propios padres. Esta conducta, hizo que ninguno de loa cuatro hermanos restantes, pudieran tener la misma oportunidad, sólo el ultimo, que era el consentido de nuestra madre, fue el que puedo beneficiarse de esta posibilidad.
Gracias a Rafael Correa, que abrió las posibilidades de que los mejores estudiantes del país, sin importar clase socia, estatus, raza, religión, procedencia, estado civil, maternidad o paternidad, pudieran estudiar en la 100 mejores universidades del mundo, una de mis hijas jamás hubiese podido hacerlo, pues a diferencia de mi padre que era un hombre rico, yo no lo fui y lo que tengo, es lo que he podido conservar de las disputas entre sus herederos que ya llevamos 20 años de juicios.
Cuando entréa la facultad de medicina, en 1974, en el Ecuador, un país de 6 millones de habitantes, había falta de médicos en el área rural. pero ya estaba saturado el espacio profesional en las ciudades.  Gracias al libre ingreso, entramos 1200 estudiantes, y nos graduamos 800,   Cuando me gradué en 1982, habían 10.000 médicos en el país, por lo que muchos de mis compañeros se dedicaron a taxistas, tenderos, negociantes.  El título era un decorado.  Otros, gracias a este exceso de médicos en la ciudades, se fueron a trabajar en los campos y ciudades más pequeñas, donde a la mayoría les fue bien y lograron una estabilidad económica.
Yo también lo hice, fui a trabajar en Atacames, una playa turística muy cotizada,  en la provincia de Esmeraldas, provincia de donde es originaria mi esposa.  En un comienzo todo iba bien.  Otros dos médicos, que cuando yo llegué al pueblo estaban terminando la rural, también se abrieron su consultorio, pero con una visión empresarial, mucho mejor que la mía.  Entonces llego una epidemia de malaria y tifoidea, que siguió al Fenómeno de la Niña de de 1984-85.  El asunto es que en esta peste, los campesinos acudían a mi consultorio sin dinero.  Eran cuadros dramáticos, el subcentro del Ministerio de Salud,   donde trabajaban médicos recién graduados, sin experiencia alguna en enfermedades tropicales, pues venían de la Universidad Central de Quito, no  los r
esolvía, mi experiencia, me ayudaba a tratar con más éxito a los pacientes, pero como no tenía dinero, le pedía al boticario, que tenía su farmacia junto a mi consultorio, que les fiara los medicamentos, hasta que la deuda fue tal, que tuve que vender mis equipos médicos, para pagarle, pues los que recibieron el crédito y se curaron, no volvieron a pagar.
Mientras eso me pasaba a mí,  a mis dos competidores, los médicos que habían terminado su medicina rural y pusieron su consultorio, las cosas les iba de lo mejor.  Explotaban a sus pacientes de manera inmisericorde, su práctica preliminar en el subcentro de Atacames, les había enseñado cuales eran los pacientes que podían pagar y a cuales mejor se los refería al Ministerio de Salud o al Seguro Social Campesino, porque no tenían dinero.
Cuando terminó la peste, ellos eran ricos, se dieron el lujo de comprar la casa donde yo arrendaba junto al boticario y me tuve que marchar del pueblo.
A mis 61 años luego de haber pasado por empleos inestables en el Ministerio de Salud, y el Seguro Social Campesino, donde se me contrato mediante una sistema de contratación, que es el principal factor que ha favorecido la corrupción el país, que es el contrato provisional, que según la ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa en instituciones pública, le da potestad a cualquier que llega a un puesto de mando, sin mérito alguno,  por compadrazgo político, despedir a que no el cae bien, y por esto he vuelto a recordar lo que es un médico en el desempleo.
Por supuesto, me reprocho, pues me digo, tuve 61 años para librarme de este juego de lotería, que son los empleos públicos con nombramiento provisional, ahora debo pagar el error de no tener un trabajo estable, a lo mejor porque no estudié para especialista, a lo mejor porque soy un individuo de alta conflictividad, a lo mejor porque me resulta intolerable tener un jefe, en fin me veo en la necesidad de volver a inventarme como persona útil y económicamente autosuficiente, a partir de mis conocimientos, mi experiencia, pero teniendo en contra que lo debo hacer en un lugar donde nunca ejercí la medicina, que está en la Sierra, cuando soy experto en medicina tropical, y medicina natural en trópicos, pero que por 10 años estudié y produje plantas medicinales secas de la Sierra.
He vivido 30 años en la capital, pero he ido a trabajar en los campos, incluso para viajar cada fin de semana mas 1000Km para ver a mi familia.
Vivo un período en la vida, en que el tiempo, las energías, las capacidades físicas y mentales, son motivos para que se me rechace en un empleo estable, estoy obligado a crear,  a inventar, a usar los recursos materiales y mi cuerpo, para emerger de la tragedia del desempleo y la falta de recursos.  Me da repugnancia, la caridad, la mendicidad, la lástima,
Veo como el tren de las oportunidades llega para los jóvenes, para los que se van a estudiar afuera, para los que tienen dinero y conocimientos para emprender.
La llamada "resilencia" esto es la capacidad de renacer después de una tragedia,  está a prueba.  No se si en mas fácil o mas difícil a mi edad, pues en los jóvenes, la paciencia, y la constancia, no son valores muy estimados,  como a mi edad.

He pensado en renacer pero no como un médico que hace medicina occidental formal, o llamada científica, sino como un médico que usa los avances de la medicina científico técnica y los recursos disponibles en la ciudad, mas los recursos disponibles en los campos del Ecuador, como plantas medicinales, alimentos curativos, medicina indÍgena, playas, el mar, las aguas termales, las características del sol y la radiación de la Mitad del Mundo, la calidad del aire, del agua  el ejercicio como recursos curativos.  Incluso cun un médico acupunturista norteamericano pensamos en una medicina "SIN MUROS", una medicina con acupuntura, talasoterapia /medicina con el mar), y sin el muro de Donald Trump, que permita a ecuatorianos y norteamericanos, hacer el bien sin mirar a quien, como manda nuestras religiones cristianas.
Ahora el problema ya no es el conocimiento, ni siquiera la infraestructura, que la he montado en el centro mismo de la capital, el peor problema con el que me topado del el MARKETING, algo que los médicos nunca estudiamos.
Pero al ver el drama de los médicos venezolanos y cubanos, que dejan su país para vivir vendiendo caramelos en los buses de Ecuador, de Perú, o Colombia, me pregunto si un título profesional y años de estudio son garantía de una vida mejor.
Me doy cuenta que el trabajo es un problema político, no solo un problema de oportunidades y de capacidades.

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