Cuenca. Juan Cuvi cuenta cómo fueron los interrogatorios y torturas cuando fue detenido en el Gobierno de León Febres Cordero. Según el integrante de Alfaro Vive Carajo, "las personas que estaban presentes en mi interrogatorio, fundamentalmente León Febres Cordero, Jaime Nebot y Marcel Laniado, estaban absolutamente seguros de que yo no les podía ver".
La Comisión de la Verdad formada por este Gobierno para analizar casos de tortura, desapariciones y asesinatos dio a conocer el 8 de septiembre pasado los centros que años atrás se utilizaron para torturar a detenidos.
Fueron dos los lugares que se mostraron, uno en Quito y otro en Guayaquil. Juan Cuvi, un ex miembro del grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo, AVC, estuvo en ambos lugares. Cuvi fue detenido por el secuestro del banquero Nahim Isaías Barquet, quien murió junto a sus secuestradores en un intento de rescate decidido por el Gobierno de León Febres Cordero, en 1985.
Cuvi, que ahora trabaja en la fundación Donum de Cuenca, fue una de las personas que dio a conocer a la Comisión de la Verdad los lugares y características en donde fue torturado. Para este Diario, Cuvi narró su detención y las torturas:
Relato
“Yo fui capturado el 7 de agosto de 1985 dentro del operativo de retención de Nahim Isaías, como miembro de Alfaro Vive Carajo, un operativo que se hizo conjuntamente con el grupo guerrillero colombiano M-19.
‘A nosotros nos detienen en una gasolinera de Nobol, en un operativo coincidencial por el caso Camargo. Ya había sido retenido Isaías, nos estábamos dirigiendo a la ciudad de Manta, ahí lo íbamos a tener.
‘Hubo una balacera con otros compañeros que lograron huir, pero nosotros lamentablemente estábamos desarmados porque ya como parte del operativo nosotros teníamos que ir encabezando y no nos quedó más que rendirnos.
‘Nosotros fuimos detenidos tres, dos colombianos del M-19 y yo. Otro colombiano fue hacia unas matas para orinar y en el momento en que nos cae la Policía él se escapa. Y cómo es la vida, el destino, él logra escapar y retoma contacto con los compañeros y se vuelve a integrar al equipo que estaba cuidándolo a Isaías y él muere en La Chala, cuando les encuentran en la casa es el primero en morir. De pronto, si no se escapaba probablemente estaría vivo, porque los tres que fuimos capturados en primera instancia sobrevivimos a los años de prisión.
‘El haber sido detenido me salvó la vida en parte, porque hay compañeros que fueron detenidos y sin embargo fueron eliminados en manos de la Policía. El caso concreto de Alfonso Benavides y de Germán Sarmiento, fueron eliminados en una circunstancia muy sospechosa.
‘A partir de la detención y durante 35 días, es decir hasta el jueves 12 de septiembre por la madrugada, fecha en que me trasladaron a la Penitenciaría del Litoral, yo permanecí detenido en las dependencias del entonces Servicio de Investigación Criminal, SIC, del Guayas, en el Cuartel Modelo, que es uno de los sitios que la Comisión de la Verdad pudo detectar. Al mismo tiempo estuve detenido en el cuartel de las Fuerzas Armadas, que se llama el Quinto Guayas. Ahí estuve detenido algunos días, donde también fui investigado y torturado.
‘Durante el tiempo que estuve en manos de la Inteligencia del Ejército fui trasladado a Quito y permanecí una noche en esas mazmorras que también fueron ya descubiertas por la Comisión de la Verdad.
‘En Quito tuve otro tipo de interrogatorio, golpes, me tuvieron en estas tumbas toda una noche. Yo sé dónde estaba ubicado, porque soy de Quito y conocía muy bien la ciudad. Vendado, uno desarrolla mucho el sentido de la orientación, calculé que estábamos en Conocoto, entramos por un camino empedrado, después entré en una casa, no era una instalación típica militar. Me bajaron por unas gradas y me metieron en un hueco, donde uno tiene que estar en posición fetal y ahí dormí. Me acuerdo que me caía agua, que era húmedo, oscuro.
‘Me sacaron, me interrogaron, me golpearon, me insultaron, me apalearon. Después me llevaron, paramos en el Ministerio de Defensa, me acuerdo perfecto. Estuve en un patio, me acosté porque no podía ni sentarme… estaba tan apaleado. Me acosté en la vereda y alcancé a ver parte del edificio del Ministerio de Defensa. Ahí estuve un rato no más.
‘Después volví a Guayaquil, estuve algunos días más en el Quinto Guayas y me devolvieron al Cuartel Modelo. Y siguieron las torturas. Todo el tiempo me torturaron hasta el día en que me llevaron a la Penitenciaría el 12 de septiembre.
‘No me sacaron nada, eso es lo que más les duele, porque después de haberme dado garrote 35 días al final no sacaron nada. Después de que llegué a la Penitenciaría tenían que darme de comer porque no podía utilizar los brazos y me demoré alrededor de un mes para poder comer por mi propia cuenta.
Torturas
‘Las torturas fueron de la Policía y del Ejército. En el documental de Isabel Dávalos (AVC, del sueño al caos) yo relato la tortura con la electricidad con el aparatito del teléfono de las campañas militares, eso fue en el Ejército. Es una electricidad muy fuerte, intensa, pero distinta a la electricidad de la pared, con la que me torturaba la Policía, esa es más brutal, uno no puede soportar más de un impacto.
‘Durante todos esos 35 días yo fui torturado de manera sistemática, casi ininterrumpida, había momentos en que cesaban de investigarme porque estaban ocupados en torturar a otros compañeros o porque las investigaciones tomaban otro rumbo. Los 35 días estuve detenido desaparecido, sin acceso a abogados, sin que mi familia supiera de mi existencia, es decir, estuve prácticamente secuestrado por las fuerzas policiales.
‘Sobre mí practicaron todas las torturas imaginables, todo, garrote, sumergimiento en agua, ahogamiento, asfixia con gas lacrimógeno, quemadura de la piel con cigarrillos, introducción de laminas en las uñas, electricidad en los testículos, guindada, apaleamiento, heridas cortopunzantes, interrupción del sueño, es decir, todas las técnicas, con una particularidad además, que la policía en esa época ni siquiera se había sofisticado en términos de interrogatorios con tortura, entonces todavía actuaba como en la inquisición.
‘Eran unos salvajes totales. Es decir, yo creo que estoy vivo de milagro, porque en esas torturas era muy fácil que se les vaya la mano, de manera que muchos de los que padecimos sobrevivimos gracias a Dios.
‘En mi primer informe señalo que sí había autoridades en mi interrogatorio, pero no di nombres. Las personas que estaban presentes, fundamentalmente León Febres Cordero, Jaime Nebot y Marcel Laniado, estaban absolutamente seguros de que yo no les podía ver porque estaba vendado y se prestaron para ello. Fue en una oficina común y corriente del segundo piso del Cuartel Modelo.
‘Como autoridades podían haber estado en un interrogatorio, me parece de pésimo gusto, el problema es que ellos constataron con esa presencia que yo estaba siendo torturado y sin embargo cometieron un delito de omisión. Cuando ellos estuvieron, yo estaba completamente destrozado físicamente, eso fue el sábado 10 de agosto y yo ya llevaba tres días ininterrumpidos de tortura. Ya estaba morado, tenía heridas, prácticamente inutilizados los brazos. Y, además, durante el interrogatorio yo fui maltratado, vejado, insultado.
‘Cuando salgo de esta oficina donde me interrogaron, subo por las escaleras de cemento, yo tengo la oportunidad, por el ángulo, porque ya estaba en el segundo piso, yo pude darme la vuelta y vi que detrás de mí salían ellos caminando.
‘Ellos estaban ahí porque el caso Isaías fue el caso más sonado, más grande, más impactante de la lucha subversiva de AVC y porque detrás de eso estaba la figura de Isaías que era el poder detrás del trono.
Desaparecido
‘Mi familia nunca supo dónde estaba, pensaban que estaba muerto. Y a los dos o tres días de que llegué a la Penitenciaría recién me pudo ver mi familia. Ahí me tocó padecer un par de años de hostigamiento en la cárcel, una violación sistemática de los derechos humanos, un calabozo especial para nosotros. Durante un año en la cárcel no pude ver la luz del sol. Salí en 1990, luego de cumplir mi condena.
‘Por suerte no queda ninguna huella psicológica de las torturas... física sí. Tengo algunas lesiones, con los años algunas me he ido curando y otras creo que van a empezar a pasarme la factura. Por ejemplo, tengo una lesión en el cóndilo, un problema de la mandíbula inferior. Tengo una lesión en el hombro izquierdo por la guindada, una lesión en los tobillos, porque me dislocaron, y tengo huellas, cicatrices de la guindada, de las quemadas.
‘Por sanidad política nacional hay que esclarecer estos hechos, para que las nuevas generaciones lo conozcan y sean el mejor escudo para prevenir que se reediten estas prácticas que son vergonzosas para el país.
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