"Nos hemos convertido en una sociedad atrapada en la creditocracia, el objetivo es mantenerte endeudado el mayor tiempo posible"
- Cristina J. Orgaz @cjorgaz
- BBC News Mundo
Somos prisioneros de los bancos. Nos hemos convertido en una sociedad atrapada en la "creditocracia", un sistema en el que la ciudadanía tiene que pedir dinero prestado para satisfacer sus necesidades básicas.
Un mundo en el que las casas de bolsa, los fondos de cobertura, las firmas de capital privado y todas las demás entidades del sistema bancario se han convertido en herramientas de acumulación de capital para sus propietarios, clientes y accionistas.
A fin de cuentas, "lo que hace la deuda es redistribuir la riqueza hacia arriba y restringir la democracia hacia abajo", dice Andrew Ross, catedrático de Análisis Social y Cultural de la Universidad de Nueva York.
Estas son las ideas centrales del libro "Creditocracia y las razones para no tener deudas".
El sociólogo y autor de más una decena de ensayos argumenta que el negocio de estas entidades es obtener la mayor cantidad posible de beneficio manteniendo a todos los demás endeudados, durante el mayor tiempo posible.
Final de Recomendamos
Es lo que él llama la "trampa de la deuda".
"Una creditocracia surge cuando el costo de los bienes, sin importar cuán básico sea, tiene que ser financiado con deuda, y cuando el endeudamiento se convierte en la condición previa no solo para las mejoras materiales en la calidad de vida, sino también para cubrir las necesidades básicas", explica Ross.
"Para los trabajadores pobres, este tipo de endeudamiento obligatorio es muy común y ha sobrevivido siglos. Bajo el feudalismo, la contratación o la esclavitud".
En las páginas de su libro repasa las implicaciones del endeudamiento masivo para cualquier democracia.
Como cuando los gobiernos de Italia y Grecia, tras la crisis financiera mundial de 2008 tuvieron que recortar el gasto público masivamente -dañando a sus ciudadanos-"para satisfacer a los acreedores extranjeros alemanes, franceses, suizos y holandeses", en una decisión que avivó el debate de dónde empieza y dónde acaba la soberanía de un estado.
En esta entrevista con BBC Mundo, el investigador estadounidense Andrew Ross advierte de los peligros de la deuda, de vivir constantemente del crédito y aporta soluciones para escapar de este nuevo modelo de "servidumbre".
¿Qué significa el término creditocracia que da título a uno de sus últimos libros?
Vivimos en una sociedad en la que, cada vez más, un porcentaje muy grande de la población, si no la mayoría de los hogares, se están ahogando en deudas.
En la mayoría de los países industrializados, especialmente en EE. UU., los préstamos destinados a la vivienda, a los automóviles, las deudas estudiantiles o para el transporte se han disparado.
Nos hemos convertido en una sociedad en la que la clase acreedora es dominante y obtiene la mayor parte de sus ingresos y beneficios de los préstamos y donde la ciudadanía en muchos países nunca podrá pagar sus deudas.
El 77% de los hogares estadounidenses están seriamente endeudados. Los principales bancos son más grandes y rentables que antes de la crisis de 2008, y los legisladores son prácticamente impotentes para someterlos.
A todo esto hay que sumar que a los acreedores no les interesa que la gente pague sus deudas.
¿Por qué?
Mientras estés endeudado, los acreedores pueden ganar dinero contigo.
Si pagas todo por completo, entonces no les sirves de nada. Ya no eres una fuente de ingresos para ellos.
Así que en una creditocracia, el objetivo es mantenerte endeudado durante el mayor tiempo posible, de muchas maneras hasta el día de tu muerte y más allá si es posible.
Este es un tipo de sociedad en la que la reestructuración capitalista ha significado que la mayoría de las ganancias para las empresas llegan gracias a las actividades financieras, como los préstamos.
Y el tipo de sociedad industrializada en la que solíamos vivir, donde las ganancias se obtenían de la producción, ha dado paso a este nuevo tipo de economía.
¿Es una sociedad enganchada a la deuda?
Cada vez más, todos los bienes públicos o sociales a los que estábamos acostumbrados a poder acceder de manera asequible ahora tienen que ser financiados con deuda.
Por lo tanto, hay que solicitar préstamos para acceder a estos bienes esenciales, que necesitamos para vivir.
Entonces, ¿estamos hablando de viajes para vacaciones, iPhones o estamos hablando de cosas más básicas?
Bueno, para los hogares que viven al límite, en realidad estamos hablando de facturas básicas para el sustento, que muchas personas pagan con sus tarjetas de crédito.
Esta es una parte importante de la deuda de los hogares.
Y hay muchos hogares ahogados que nunca llegan a cancelar sus cuentas mensuales.
Renuevan el principal, pagan recargos por mora o pagan multas.
Y al hacerlo, se convierten en lo que se conoce en la industria como "revólveres".
Son los clientes favoritos: los que no pueden llegar a fin de mes pero que pagan el mínimo mensual junto con multas o recargos por pagos atrasados.
Esto garantiza a los bancos un flujo constante de ingresos.
Sus ganancias dependen de mantenernos endeudados.
En su libro cita los "bancos de la pobreza". ¿Qué son?
Son el tipo de prestamistas que se benefician de los pobres.
Déjame darte un ejemplo.
Si sales de prisión, eres muy pobre. No tienes puntaje crediticio. Pero necesitas comprar un carro para encontrar un trabajo.
Siempre encontrarás a alguien dispuesto a venderte un automóvil muy caro con un préstamo abusivo.
Y las entidades saben que no podrás cumplir con el pago, pero se beneficiarán de tu incapacidad para hacerlo.
De hecho, si te encuentras en esa situación en Estados Unidos es más fácil comprar un automóvil caro que encontrar un apartamento para alquilar.
¿Cuáles son las implicaciones del endeudamiento masivo?
Por un lado tenemos las implicaciones cotidianas para muchas personas que viven al límite. Pero también hay algunas consecuencias a gran escala para la democracia.
Hay muy pocos países que han podido mejorar su relación deuda/PIB desde la crisis financiera, lo que significa que para los políticos al mando la prioridad es asegurarse de que estas deudas se paguen.
Y si los presupuestos estatales están en problemas, deben priorizar ese pago a los acreedores extranjeros y deben hacerlo por encima de las necesidades de la ciudadanía.
Esto hace que, en efecto, los políticos están actuando básicamente como cobradores de deudas en nombre de los bancos extranjeros.
Esto solía pasar en el hemisferio sur, pero después de la crisis financiera, la llamada "trampa de la deuda" migró hacia el norte.
Hemos visto todo tipo de países entre los ricos caer en la misma trampa donde, básicamente, es el poder de los acreedores extranjeros el que impulsa las decisiones del gobierno.
¿Cómo el problema de la deuda ha provocado "democracias fallidas" en todo el mundo?
Esto ha ocurrido muchas veces en la historia. Y creo que ya no estamos hablando solo de países más pobres.
Esto también pasa entre países muy ricos.
Lo vimos tras la crisis financiera mundial con Italia y con Grecia.
Sus gobiernos tuvieron que recortar el gasto público masivamente -dañando a sus ciudadanos- para satisfacer a los acreedores extranjeros.
¿Cómo ha llegado la sociedad a esta situación?
Hemos asistido a una reestructuración del capitalismo.
Básicamente, es un capitalismo que ya no obtiene sus beneficios de la producción.
Obtiene la mayor parte de sus ganancias e ingresos de los préstamos y de la actividad financiera.
Los beneficios del sistema financiero son mucho mayores que los de la producción de bienes.
¿Estamos hablando de una nueva forma de esclavitud?
Yo no usaría el término esclavitud porque tiene ciertas connotaciones, especialmente en este país.
Estos acreedores externos tienen un poder sobre ti que puede ser similar a la esclavitud, pero eso es solo un analogía.
No usaría el término esclavitud, pero si es una servidumbre.
¿Y es la gente realmente consciente de esta servidumbre?
Creo que la gente es plenamente consciente de ello.
Sin embargo, hay un sentido muy profundo en nuestra cultura de que siempre tienes que pagar tus deudas.
Parece que si no pagas, algo horrible te sucederá.
Hay una fuerte corriente subyacente de moralidad asociada a no pagar tus deudas.
Esta debe ser una de las prioridades del ser humano responsable.
Pero si miramos al sector financiero, encontramos organizaciones, entidades y empresas que no pagan sus deudas.
Las personas ricas y las instituciones son rescatadas por sus amigos o por los políticos. No sufren las mismas consecuencias que el resto de nosotros.
Así que hay un doble estándar allí.
La moralidad sólo funciona en una dirección.
Los ricos piden préstamos para ganar más dinero.
El resto de nosotros tomamos préstamos para sobrevivir.
¿Por eso dice en su libro que cuando un gobierno no puede proteger a su gente de los daños infligidos por los extractores de rentas, entonces la negativa a pagar es un acto de desobediencia civil?
Si su gobierno no puede proteger a sus ciudadanos del daño, entonces estás viviendo en una democracia fallida.
Y hemos visto una serie de movimientos sociales que se han levantado en contra de eso en muchos países, especialmente en América Latina.
Y esos son momentos en los que están perfectamente justificados porque los gobiernos no los están protegiendo.
La primera prioridad de un gobierno es proteger a la ciudadanía y si no puede, entonces los ciudadanos tienen que tomar el asunto en sus propias manos.
Pero el dolor por no cumplir con los pagos al Fondo Monetario Internacional será interminable.
Los países que deciden no hacerlo o no pueden, pierden acceso a los mercados internacionales, su reputación y su rating queda dañado…
Por supuesto. Es algo arriesgado que los países lo hagan por su cuenta, al igual que es arriesgado para las personas porque sus calificaciones crediticias se ven afectadas.
Y por eso en el movimiento del que soy parte -Debt Collective Union- promovemos la desobediencia colectiva, no la desobediencia individual.
Como un individuo, si vas a un banco o a tu acreedor, siempre están dispuestos a renegociar contigo de forma individual, pero no negociarán contigo de forma colectiva.
Esto también ocurre a nivel de la deuda nacional.
Si quieres renegociar una deuda con el Club de París, solo te verá individualmente.
Si te juntas con otras naciones no te atenderán.
Si un grupo de naciones en la misma trágica circunstancia se uniera y actuara en conjunto, entonces sería más poderoso.
¿Cómo podemos escapar de esta rueda de crédito?
A corto plazo, promovemos, como decía, la acción colectiva.
Las personas que actúan juntas tienen mucho más poder en una economía financiarizada que los individuos.
Si le debes un millón de dólares al banco, entonces estás en problemas.
Pero si le debes al banco colectivamente, si le debes al banco US$100 millones, entonces eres dueño del banco.
¿Crees que es posible que los bancos y las entidades financieras tengan demasiado poder en este momento que es imposible controlar eso?
Bueno, definitivamente tienen demasiado poder y la regulación es parte de eso.
Estos no son dos temas separados: tienen mucho poder por que no están regulados.
Creo que, en última instancia, estamos más interesados en empoderar a la gente común y a la gente común para que actúe por sí mismos en lugar de depender de los políticos para que hagan todo el trabajo.
Porque los funcionarios electos tenían muchas oportunidades de controlar el poder de la comunidad financiera. Y está claro que no han sido capaces de hacerlo. Los acreedores son demasiado poderosos.
Cuánto te tocaría pagar a ti de la deuda pública de tu país?
- Redacción
- BBC Mundo
Cuando se le pregunta a un experto en finanzas si adquirir deudas es bueno o malo, con frecuencia la respuesta es: depende.
Quien recurre a préstamos compromete su futuro. Pero en ocasiones merece la pena hacerlo.
En el caso de los países, el endeudamiento es necesario para financiar servicios que, de otra manera, no podrían ofrecerse, como la salud, educación o defensa.
Endeudarse en exceso, sin embargo, puede derivar a crisis graves como la que sacudió a América Latina en los años 80, bautizada por algunos economistas como "la década perdida".
Una medida usual para saber si un país se está endeudando demasiado es comparar sus niveles de deuda con su Producto Interior Bruto (PIB), el conjunto de bienes y servicios que se producen en su territorio en un año determinado.
En América Latina, los dos países con mayor PIB son Brasil y México que, a su vez, también son los que tienen las mayores deudas públicas, aunque ninguno de los dos supera el 100% del PIB, un indicador que suele considerarse como problemático.
En el mundo, el peor registro en esta materia es el de Japón, que supera el 200%. Le siguen Grecia (185%) e Italia (156%), según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Per cápita
La deuda pública también se puede dividir por el número de habitantes de un país. Entonces, da una idea de lo que tendría que aportar cada ciudadano para liquidar las acreencias del país.
Japón también lidera las estadísticas mundiales de deuda pública por habitante con una cifra de US$90.345.
Le siguen en el mundo industrializado: Irlanda (US$62.687), Estados Unidos (US$61.539) e Italia (US$58.693), según datos de la OCDE.
En América Latina, cuando se mira el indicador de deuda por habitante, el cuadro es completamente distinto y la lista no la encabezan ni Brasil ni México.
BBC Mundo te muestra cuánto correspondería pagar por persona en cada país de la región.
Estados Unidos: las angustias financieras del país con la mayor deuda externa del mundo
- Luis Fajardo
- BBC Mundo
La economía de Estados Unidos sigue siendo una cosa admirable. Pese a los discursos que se oyen sobre la decadencia nacional, los estadounidenses siguen viviendo, por lo general, bien.
La economía está cercana al pleno empleo, los titanes corporativos de Wall Street siguen haciendo mucho dinero y la innovación que producen sitios como Silicon Valley no tiene igual en el mundo.
Pero los problemas están ahí también.
Las peleas políticas hacen que la aprobación del presupuesto nacional se haya convertido en un melodrama que siempre parece dejar al gobierno al borde de la parálisis.
Se avecina una enorme controversia en torno a una propuesta del presidente Donald Trump para bajar los impuestos, iniciativa que, según sus críticos va encaminada a ayudar a los más ricos a expensas de los demás. Y en medio de todo esto está la deuda.
Esta nación de raíces puritanas se acostumbró a vivir endeudada y hoy las finanzas públicas reflejan un gigantesco déficit. Más aún, Estados Unidos tiene un problema que muchos solo asociaban con países en desarrollo: una creciente deuda externa.
Deuda gigantesca
Se estima que la deuda pública de EE.UU. llega a más de US$14 billones. China tiene casi US$1.2 billones en bonos del tesoro.
El economista estadounidense Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard decía en un artículo a comienzos de año que ninguna nación desarrollada en la historia se ha endeudado tanto como Estados Unidos.
La creciente deuda pública estadounidense
US$14,4 billones
Deuda pública total
US$4 billones Monto adeudado a gobiernos extranjeros
US$6 billones Deuda externa total
¿Es esto sostenible? ¿O enfrentará en algún momento Estados Unidos situaciones como las que han experimentado naciones como Argentina y Grecia?
"Eventualmente, si mantiene esta trayectoria, Estados Unidos enfrentará una crisis de deuda", le dice a BBC Mundo Marc Goldwein, vicepresidente del Comité por un Presupuesto Federal Responsable, un centro de investigación de Washington.
Solvencia
"No será una crisis de solvencia, no será como lo que vimos en Grecia. En el escenario estadounidense es más posible que se manifieste en los mercados financieros. Los acreedores empezarán a cobrar más interés por prestarle a Estados Unidos y eso tendrá impactos en los mercados financieros", agrega.
Goldwein reconoce que la economía actualmente está bien. "Las tasas de interés están bajas. Pero la deuda está a niveles récord. Y no hay planes de reducirla. Eso es insostenible".
También encuentra hasta cierto punto preocupante que mucha de esa deuda pública esté en manos extranjeras, aunque piensa que a veces se ha exagerado el peligro.
"Cuando la deuda es con extranjeros, es más difícil para el gobierno aminorar su impacto, por ejemplo, usando el efecto de la inflación para reducir el monto real que hay que pagar a los acreedores", explica.
"También es cierto que algunos de los acreedores no siempre son amigables con Estados Unidos y podría llegar a presentarse un escenario en el que decidan reducir sus préstamos a Washington por razones políticas", lo que tendría especial relevancia en el caso chino, el mayor acreedor de Estados Unidos.
Problema del acreedor
Sin embargo, no es claro que China tendría un interés en hacer esto excepto en circunstancias particulares. Como decía Kenneth Rogoff en su artículo sobre la deuda publicado por el Brookings Institute, cuando el deudor le debe al acreedor una cantidad suficientemente grande de dinero, el que tiene el problema es también el acreedor.
Si China castigase a Estados Unidos, por ejemplo, vendiendo masivamente algunos de sus activos en dólares, el precio de la moneda estadounidense caería, afectando el valor de las restantes propiedades chinas, como por ejemplo, los miles de millones de dólares que el banco central chino mantiene como reservas internacionales.
Rogoff estima que una caída del 20% en el precio del dólar frente al yuan le costaría al banco central chino cerca de US$100.000 millones.
Amenaza latente
Estados Unidos no da ninguna indicación de querer reducir sus niveles de endeudamiento.
Si el actual gobierno consigue su objetivo de reducir los impuestos, es bien posible que aumente los déficits y las necesidades de financiamiento externo de Washington.
Por lo que en el mediano plazo Estados Unidos seguirá siendo una nación cada vez más dependiente del extranjero para manejar sus finanzas públicas.
Y si bien los expertos parecen estar de acuerdo en que el país no enfrentará de inmediato una crisis tan grande como las que han caracterizado los descalabros de deuda externa en otros países, si advierten que Washington está incubando problemas que tarde o temprano tendrán consecuencias sobre su prosperidad económica.
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