lunes, 11 de mayo de 2020

El efecto psicológico de la pandemia en Ecuador Latinoamérica y el mundo


Coronavirus: cómo el miedo a la enfermedad covid-19 está cambiando nuestra psicología


Imagen artística de dos cabezas enfrentadas con parte del cerebro en diferentes colores.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl temor que genera el contagio de una enfermedad puede hacernos cambiar psicológicamente. Pero ¿cómo?

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días.
Durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.
Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.
Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.
Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad.

Una mujer con mascarilla en la calle.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.

Nuestros juicios morales y actitudes sociales más conservadoras se vuelven más estrictas cuando consideramos temas como la inmigración o la libertad e igualdad sexual.
Los recordatorios diarios de enfermedades pueden incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.
Los recientes informes de aumento de xenofobia y racismo pueden ser el primer signo de esto, pero si las predicciones de la investigación científica son correctas, pueden reflejar cambios sociales y psicológicos mucho más profundos.

Sistema inmunológico conductual

Como gran parte de la psicología humana, estas respuestas a la enfermedad deben entenderse en el contexto de la prehistoria.
Antes del nacimiento de la medicina moderna, es muy probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas para nuestra supervivencia.

Un grupo de personas sentadas en una escalinata.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLas enfermedades infecciosas han estado dando forma a nuestra evolución durante millones de años, alterando nuestra psicología y nuestra fisiología.

El sistema inmune tiene algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.
Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía, lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.
Estar enfermo también es fisiológicamente costoso.
El aumento de la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.
"Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico funcione es realmente costoso", dice Mark Schaller de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.
"Es como un seguro médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que usarlo".
Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de supervivencia.

Getty

El miedo al contagio nos hace más conformistas y menos receptivos a la excentricidad. Nuestros juicios morales se vuelven más estrictos y las actitudes sexuales, más coservadoras"

David Robson
escritor científico especializado en el funcionamiento del cerebro, el cuerpo y el comportamiento humano.
Por esta razón, desarrollamos un conjunto de respuestas psicológicas inconscientes, que Schaller ha denominado el "sistema inmunológico de conducta" (behavioural immune system, en inglés), para que actúen como una primera línea de defensa con el objetivo de reducir nuestro contacto con posibles patógenos.
La respuesta del sentido del gusto es uno de los componentes más obvios del sistema inmunitario de conducta.
Cuando rechazamos cosas que huelen mal o alimentos que creemos que no están limpios, intentamos instintivamente evitar el posible contagio.
La mera sugerencia de que ya hemos comido algo podrido puede llevarnos a vomitar, expulsando la comida antes de que la infección haya tenido la oportunidad de alojarse.
Investigaciones científicas sugieren también que tendemos a recordar más fuertemente el material que desencadena el asco, lo que nos permite recordar (y evitar) las situaciones que podrían ponernos en riesgo de enfermedad más adelante.

Una mujer huele con asco un vaso de leche.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa respuesta del sentido del gusto ha evolucionado como una forma de evitar cosas que podrían enfermarnos, como una comida o bebida que se echó a perder.

Dado que los humanos son una especie social que evolucionó para vivir en grandes grupos, el sistema inmunitario de conducta también modificó las interacciones con las personas para minimizar la propagación de una enfermedad, lo que condujo a una especie de distanciamiento social instintivo.
Estas respuestas pueden ser bastante duras, ya que nuestros antepasados no habrían entendido las causas específicas de cada enfermedad o la forma en que se transmitieron.
"El sistema inmunológico de conducta funciona con una lógica de 'más vale prevenir que curar'", dice Lene Aarøe, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Esto significa que las respuestas a menudo están fuera de lugar y pueden ser desencadenadas por información irrelevante, alterando nuestra toma de decisiones morales y opiniones políticas sobre temas que no tienen nada que ver con la amenaza actual.

Una mujer con un niño y uno hombre sentados separados en un banco de plaza. Todos con mascarilla.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl distanciamiento social suele ser instintivo si hay una amenaza de enfermedad.

Conformarse o irse

Varios experimentos han demostrado que nos volvemos más conformistas y respetuosos de las convenciones cuando sentimos la amenaza de una enfermedad.
Uno de ellos fue llevado a cabo por Schaller.
El especialista primero preparó a los participantes para que se sintieran amenazados por una infección, pidiéndoles que describieran un momento en que habían estado enfermos anteriormente y luego les dio varias pruebas para medir su tendencia a conformarse.
En una de ellas, propuso a los estudiantes un cambio en el sistema de calificación de la universidad y ellos debían votar colocando un centavo en un frasco marcado con la leyenda "de acuerdo" o "en desacuerdo".
Una mayor sensibilidad a la enfermedad llevó a los participantes a seguir a la mayoría y colocar su centavo en el frasco con la mayor cantidad de monedas. Fueron influenciados por la popularidad en lugar de ir contra la corriente con su propia opinión.

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El sistema inmunológico conductual funciona con una lógica de 'más vale prevenir que curar'".

Lene Aarøe
Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Cuando se les preguntó sobre el tipo de personas que les gustaban, los participantes que estaban preocupados por la enfermedad prefirieron a las personas "convencionales" o "tradicionales", y tenían menos probabilidades de sentir afinidad con las personas "creativas" o "artísticas".
Aparentemente, cualquier signo de pensamiento libre, incluso de invención e innovación, se valora menos cuando existe el riesgo de contagio.
En los cuestionarios también es más probable que estén de acuerdo con declaraciones como "romper las normas sociales puede tener consecuencias nocivas e involuntarias".
Es posible que esos resultados parezcan bastante distantes de lo que vemos hoy en la televisión y la cobertura en línea de las noticias.
Pero los investigadores de la Universidad de Hong Kong también evaluaron a personas exponiéndolas a escenas de la película "Epidemia" o "Estallido" (Outbreak, en inglés), que podrían parecerse más a algunos de los informes periodísticos actuales.
Las imágenes alusivas de una pandemia los llevaron a valorar la conformidad y la obediencia sobre la excentricidad o la rebelión.

Una mujer mira por la ventana con larga vistas.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCuando hay temor a una enfermedad, nos volvemos más vigilantes y nos convertimos en jueces del comportamiento del otro.

Vigilancia moral

¿Por qué el sistema inmunológico de conducta cambiaría nuestro pensamiento de esta manera?
Schaller argumenta que muchas de nuestras reglas sociales tácitas, como las formas en que podemos y no podemos preparar alimentos, la cantidad de contacto social que se acepta y no se acepta, o cómo deshacerse de los desechos humanos, pueden ayudar a reducir el riesgo de infección.
"A lo largo de gran parte de la historia humana, muchas normas y rituales cumplen esta función de mantener a raya a las enfermedades", asegura Schaller.
"Las personas que se ajustan a esas normas prestaron servicios de salud pública, y las personas que violaron esas normas no solo se pusieron en riesgo sino que también afectaron a otros".
Como resultado, es beneficioso ser más respetuoso con la convención ante un brote contagioso.
La misma lógica puede explicar por qué nos volvemos más vigilantes moralmente en un brote.
Los estudios demostraron que cuando tememos al contagio, tendemos a ser más severos cuando juzgamos un incumplimiento de lealtad (como un empleado que habla mal de su empresa) o cuando vemos a alguien que no respeta a una autoridad (como un juez).
Claro que esos incidentes particulares no harían nada para propagar la enfermedad, pero al ignorar la convención, han dado la señal de que pueden romper otras reglas más relevantes que existen para mantener a la enfermedad lejos.

Un hombre con el pelo pintado de muchos colores.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionIncluso pensar en una situación como una pandemia puede hacer que las personas valoren la conformidad sobre la excentricidad.

Incluso los recordatorios extremadamente sutiles sobre la enfermedad pueden dar forma a nuestros comportamientos y actitudes.
Simplemente pedirle a la gente que se pare junto a un desinfectante de manos provocó que los participantes de un estudio expresaran actitudes más conservadoras asociadas con un mayor respeto por la tradición y la convención.
En el mismo estudio, el aviso de lavarse las manos llevó a los participantes a ser más críticos con los comportamientos sexuales no convencionales.
Perdonaban menos a una mujer que les dijeron que se masturbaba mientras sostenía su osito de peluche, por ejemplo, o a una pareja que tuvo relaciones sexuales en la cama de una de sus abuelas.

Miedo a los extraños


Mosaico con caras de personas muy diferentes entre sí.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl miedo al contagio de una enfermedad puede provocar prejuicios y xenofobia a las personas que consideramos distintas a nosotros.

Además de convertirnos en jueces más estrictos entre las personas dentro de nuestro grupo social, la amenaza de enfermedad también puede hacernos desconfiar más de los extraños.
Esas son malas noticias si estás empezando una relación amorosa.
Tanto en los perfiles de internet como en las reuniones cara a cara, Natsumi Sawada, de la Universidad McGill, en Canadá, descubrió que formamos peores primeras impresiones de otras personas si nos sentimos vulnerables a una enfermedad.
Otras investigaciones demostraron que las personas convencionalmente menos atractivas son juzgadas negativamente, tal vez porque confundimos sus características con un signo de mala salud.
Nuestra mayor desconfianza y sospecha también dará forma a nuestras respuestas a personas de diferentes orígenes culturales.
Según Schaller, esto puede surgir de esos temores sobre la no conformidad.
En el pasado, las personas fuera de nuestro grupo pueden haber sido menos propensas a observar las normas prescriptivas específicas que estaban destinadas a proteger a la población de la infección, por lo que temíamos que sin saberlo (o deliberadamente) propagarían la enfermedad.
Pero hoy, puede provocar prejuicios y xenofobia.

Una mujer asiática en un supermercado en Brasil.Derechos de autor de la imagenEPA
Image captionDurante el brote de coronavirus la comunidad asiática en varios países denunciaron discriminación.

Aarøe, por ejemplo, descubrió que el miedo a la enfermedad puede influir en las actitudes de las personas hacia la inmigración.
Ella enfatiza que esto es parte del enfoque de "mejor prevenir que lamentar" del sistema inmunológico de conducta.
"Es una interpretación errónea" de señales irrelevantes que ocurre "cuando la mente evolucionada se encuentra con el multiculturalismo y la diversidad étnica de los tiempos modernos, que no fue un fenómeno recurrente durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva", explica.

Lidiando con covid-19

La influencia del sistema inmunológico de conducta varía de un individuo a otro. No todos se verán afectados en el mismo grado.
"Algunas personas tienen un sistema inmune conductual particularmente sensible que les hace reaccionar con demasiada intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de infección", detalla Aarøe.
Según varias investigaciones, esas personas ya eran más respetuosas de las normas sociales y más desconfiadas de los extraños que la persona promedio, y una mayor amenaza de una enfermedad simplemente endurece sus posiciones.

Una mujer en la oscuridad.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionTodavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes.

Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes, pero la teoría del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.
Yoel Inbar, de la Universidad de Toronto, argumenta que sería un cambio relativamente moderado en la opinión general de la población, en lugar de una gran sacudida en las actitudes sociales.
El especialista encontró evidencia de cambio social durante la epidemia de ébola de 2014, que estuvo muy presente de las noticias internacionales.
En una muestra de más de 200.000 personas, las actitudes implícitas hacia los hombres homosexuales y las lesbianas parecieron disminuir ligeramente durante el brote.
"Fue un experimento natural en el que la gente leía mucho sobre las amenazas de enfermedades, y parecía que cambió un poco las actitudes".

Cabinas de votación con la bandera estadounidense.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Traerá el brote del coronavirus un cambio de actitud en los votantes en las elecciones de Estados Unidos?

Con las próximas elecciones estadounidenses es natural preguntarse si algo de esto podría influir en las preferencias de las personas por diferentes candidatos o sus reacciones a ciertas políticas.
Schaller especula que podría desempeñar un papel pequeño, aunque es escéptico de que sea un factor primordial.
"Los efectos más profundos pueden no tener nada que ver con (el sistema inmunológico de conducta), sino más directamente con la percepción de qué tan bien los funcionarios del gobierno responden o no a la situación", dice.
Incluso si estos cambios psicológicos no modifican el resultado de las elecciones a nivel nacional, vale la pena considerar cómo influyen en nuestras propias reacciones personales al coronavirus.

Ya sea que expresemos una opinión conformista, juzguemos el comportamiento de otro o intentemos comprender el valor de las diferentes políticas de contención, podríamos preguntarnos si nuestros pensamientos son realmente el resultado de un razonamiento racional, o si podrían haber sido moldeados por una respuesta antigua que evolucionó milenios antes del descubrimiento de la teoría de los gérmenes.



Coronavirus: "Se perderán 195 millones de empleos en solo 3 meses" por la pandemia, el alarmante informe de la OIT (y cómo afectará a América Latina)



Cartel de covid-19Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl mercado laboral se enfrenta a "la crisis más severa desde la Segunda Guerra Mundial", según la OIT

El efecto de la pandemia global de coronavirus sobre el empleo va a ser "devastador" y superará con creces lo sucedido durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo.
El covid-19 hará desaparecer globalmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las horas de empleos, lo que equivale a la pérdida 195 millones de puestos a tiempo completo.
El daño es muy pronunciado y se ha registrado en muy poco tiempo, dicen los expertos.
Es la crisis más severa desde la Segunda Guerra Mundial, que terminó en 1945.
De hecho, la agencia de la ONU advierte que 4 de cada 5 trabajadores a nivel mundial ya está sufriendo las consecuencias de los confinamientos totales parciales de ciudades enteras que muchos gobiernos se han visto forzados a imponer.

"Drástico impacto"

Es el caso de casi todos los países de América Latina, con la excepción de México y Uruguay que hasta la fecha solo han emitido recomendaciones nacionales, y de Nicaragua.


Tienda cerrada en ArgentinaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionMuchas ciudades están prácticamente paralizadas.

Los cierres de ciudades, el cierre de negocios, fábricas y de los colegios, las restricciones de viajes y otras medidas para contener la expansión de la enfermedad "han tenido un repentino y drástico impacto en trabajadores y empresas".
Este tipo de medidas afectan actualmente a 2.700 millones de trabajadores, que representan el 81% de la fuerza de trabajo mundial.
"Los trabajadores y las empresas se enfrentan a una catástrofe tanto en las economías desarrolladas como en las que están en desarrollo", declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder".
El documento prevé que la región de Latinoamérica y el Caribe pierda 14 millones de puestos de trabajo, mientras que Centroamérica verá destruidos 3 millones de empleos.
Las cifras reflejan tanto despidos como la reducción temporal de las horas.
"Esta contracción del empleo sin precedentes ya ha empezado a sentirse en muchos países", dice el documento.

Cifras menores

Ambas regiones van a tener una pérdida de empleo por debajo del ratio global.
Mientras a nivel global las horas de trabajo perdidas en el segundo trimestre del año van a ser del 6,7% según las estimaciones, en Latinoamérica y el Caribe serán del 5,7% mientras que en Centroamérica se sitúan en el 4,5%.
Esto se debe al retraso en el momento en que la pandemia llegó al continente.


Gráfico de los países latinoamericanos en confinamiento

Si en Wuhan, China, donde se inició el brote, ya se están adoptando medidas para recuperar la normalidad en las calles, Europa aún está pendiente de alcanzar el pico de contagios y América Latina empieza a hacer frente a la crisis.
"Básicamente lo que reflejan estos datos es una menor progresión de la enfermedad por continentes", explica a BBC Mundo, Roger Gomis, economista de la OIT y colaborador en la redacción del informe.
"Latinoamérica está experimentando por el momento una menor intensidad (de la pandemia) que en otras partes del mundo y después de implementarse medidas de contención puede que la situación se mantenga".
"Pero los datos reflejan una estimación de lo que se va a perder en términos de empleo en el segundo trimestre. Es el escenario más probable por ahora", dice.

¿Qué país de la región se verá más afectado?

El mercado laboral de Latinoamérica tiene 3 vulnerabilidades propias -que comparten casi todos los países de la región- de las que va a depender cómo se verá afectada.
Por un lado, dice Gomis, está la tasa de empleo informal, por otro, los sectores en los que se concentran los trabajadores.
Y a todo esto hay que sumar el margen fiscal y monetario que tiene cada gobierno para ayudar a sus trabajadores.


Cementerio en Sao PauloDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn América Latina siguen aumentando los contagios y las víctimas fatales.

Perfil sectorial

Las consecuencias van a depender de cuántas personas tenga cada país trabajando en los cuatro sectores que se van a haber más afectados, es decir, del perfil sectorial del empleo.
La OIT ha identificado sectores de la economía que concentran mayor riesgoy que serán las áreas de la economía que más empleos podrían perder según las estimaciones.
  • el sector hotelero y de la alimentación
  • el sector inmobiliario y las actividades administrativas
  • las fábricas y los servicios de reparación, los comercios y tiendas
  • el área de los negocios y el sector artístico
Estos sectores emplean unos 1.250 millones de trabajadores en todo el mundo.
"En términos de empleo en riesgo, en América Latina tenemos identificado que un 44% de los trabajadores lo hacen en sectores que consideramos que tienen un alto riesgo", afirma el economista de la OIT.
Esta es una cifra sustancialmente más alta que la media global, situada en el 38% de la fuerza de trabajo global.


MéxicoDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl mercado laboral de México se enfrentará a graves desafíos durante la crisis por el coronavirus.

Por poner un ejemplo, "en México el porcentaje de trabajadores en sectores en riesgo es aún más alto y este ratio llegaría a un 51,5%", dice.
"Esto supone casi 28 millones de empleos. No decimos que se van a perder, pero sí que estos puestos de trabajo están en áreas de mayor riesgo por los cierres derivados de la pandemia".
En Argentina, el 41,8% de sus trabajadores están en sectores de mayor riesgo.
Colombia tiene un 46,8%, Chile casi un 40%, el mismo ratio que Ecuador y similar al de Honduras y Nicaragua.
Por su parte, Costa Rica registra un 42,3%, Perú cuenta con el 41% de su fuerza laboral y Bolivia el 38%.

Empleo informal

Otra de las vulnerabilidades de América Latina se refiere al empleo informal.
A nivel mundial, 2.000 millones de personas trabajan en sectores al margen.
La mayoría lo hace en las economías emergentes y en desarrollo y según la OIT, corren un riesgo especial.
En América Latina y el Caribe hay al menos 140 millones de personas trabajando en condiciones de informalidad, lo que representa alrededor de 54% de los trabajadores.


Vendedor ambulanteDerechos de autor de la imagenGETTY
Image captionEl empleo informal es una de las vulnerabilidades de América Latina.

Con un 57% México vuelve a superar el ratio de trabajadores en la economía sumergida, que no tienen ningún tipo de protección.
Y en Argentina casi la mitad de los trabajadores ocupados, el 47%, desempeñan su actividad en sectores informales con empleos de muy baja calidad.
La cifra es de aproximadamente el 60% en Colombia, del 59% en Ecuador y del 69% en Perú.
En el otro lado se encuentran por ejemplo Uruguay (24,5%), Chile (40,5%) o Costa Rica (39%).

Medidas para amortiguar

"En este caso lo importante y hacia dónde los gobiernos deberían encaminar sus medidas es a paliar la menor protección de estos trabajadores" que tienen un acceso limitado a los sistemas sanitarios y a programas de protección social, explica el experto.
Gomis estima que los efectos pueden ser más graves para estos trabajadores en las regiones y países donde las tasas de informalidad son más altas.
"El informe hace énfasis en que es muy importante hacer programas específicos para esos trabajadores, en concreto realizando transferencias de efectivo para compensar los ingresos perdidos, pero también para asegurar la provisión de bienes de primera necesidad".


Lucha contra del covid-19Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionArgentina es un buen ejemplo para observar cómo se pueden comportar otros mercados laborales latinoamericanos con restricciones de circulación.

Margen fiscal

Por último, la forma en que cada país pueda responder a la crisis va a depender de su margen fiscal.
Es el margen de maniobra que existe dentro del presupuesto público para proporcionar recursos sin comprometer la sostenibilidad financiera ni la estabilidad de la economía.
"Muchos países ya tenían situaciones fiscales muy precarias antes de entrar en este problema y tienen acceso muy limitado al financiamiento de los mercados", explicaba en una entrevista con BBC Mundo el economista venezolano Ricardo Hausmann.
Otros, como Perú, llevan años de disciplina fiscal que le han permitido poner en marcha un paquete de medidas por un importe de más US$25.000 millones, equivalente al 12% de su PIB.
Entre otras cosas, el país pondrá en marcha un esquema de préstamos a sus empresas por valor de US$8.500 millones.
Según la OIT, el mundo del trabajo después del coronavirus dependerá de dos factores: la evolución de la pandemia y las medidas políticas que se adopten para auxiliar a las empresas, preservar el empleo y los ingresos, y estimular la economía.
"Las decisiones que tomemos hoy afectarán directamente la manera en que esta crisis evolucionará, así como la vida de millones de personas. Con las medidas correctas podemos limitar su impacto", aseguró declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder.




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