Golpe de Estado en Guatemala de 1954: cómo la CIA derrocó a mi padre, Jacobo Árbenz
"Cuando mi padre fue depuesto en un golpe de Estado organizado por la CIA, yo tenía 7 años".
Jacobo Árbenz Vilanova lleva en su nombre la marca de su padre y, en su memoria, el sonido terrible de aquel 27 de junio, hace 65 años, cuando las bombas comenzaron a estallar sobre Ciudad de Guatemala.
Ese día, fuerzas de Estados Unidos, apoyadas por varios gobiernos de Centroamérica y el Caribe, lanzaron su ofensiva final contra el gobierno de su padre, Jacobo Árbenz Guzmán, un militar progresista que había iniciado un movimiento de renovación ante la rampante pobreza de Guatemala.
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El golpe de Estado había comenzado días antes: en la noche del 18 de junio de 1954, casi 500 solados al mando del coronel Carlos Castillo Armas habían cruzado la frontera desde Honduras con un único objetivo: poner fin al gobierno de Árbenz.
Más de una semana después, la ofensiva avanzaba indetenible hacia la capital y los aviones de guerra comenzaron a sobrevolar la ciudad.
"Recuerdo que me tuve que esconder debajo de la cama durante el bombardeo", le contó Árbenz Vilanova al programa Witness de la BBC.
Pero a su edad, todavía no era del todo consciente de que ese día se jugaba no solo la historia de Guatemala sino la de su familia.
"Mi padre pasaba la mayor parte del tiempo en el Ministerio de Defensa. Recuerdo que lucía muy preocupado, moviéndose de un lado a otro, fumando, tratando de pensar qué hacer después".
Cuando las bombas se acercaban al Palacio Presidencial, la familia completa tuvo que escapar.
"Recuerdo que a mis hermanas y a mí solo nos dejaron llevarnos algunos juguetes".
El primer golpe de la CIA
Según le cuenta a BBC Mundo el historiador uruguayo Roberto García Ferreira, experto en el golpe de Estado de 1954, la llegada de Árbenz al poder en 1951 supuso un cambio "inédito" para la nación centroamericana.
"En ese momento, Guatemala era un país casi feudal y Árbenz comienza a tomar un grupo de medidas de corte progresista que trataban de solucionar esa situación de atraso que vivía el país", afirma el también profesor de la Universidad de la República.
Para aquel entonces, las tres cuartas partes de la población guatemalteca controlaban, en conjunto, menos del 10% de las tierras.
Mientras, la United Fruit Company, de Estados Unidos, era dueña de más del 50% de todos los terrenos cultivables, de los que tenía sembrados apenas el 3%.
"Es en ese contexto en el que Árbenz dicta una serie de medidas que promueven un cambio social y que llevaron a los guatemaltecos más pobres a sentir que estaban viviendo una época inédita", comenta García Ferreira.
"Muchos sentían que había llegado al poder un grupo de personas sensibles al cambio social y al reclamo de esa masa campesina", agrega.
Pero las medidas del nuevo presidente no fueron bien vistas por todos.
Una de las primeras medidas que mi padre tomó fue una reforma agraria.
A la United Fruits Company, que tenía entonces un enorme poder en Guatemala, no le gustaron los cambios, cuando vieron que les afectaba su monopolio.
Era precisamente la época de mayor apogeo de la Guerra Fría y entonces aprovecharon para tildar a mi padre de comunista, que era algo totalmente falso.
Y así fue como promovieron y justificaron la idea de una invasión.
Entrenaron mercenarios en Estados Unidos y también en Honduras, pero al principio cuando cruzaron hacia Guatemala, el ejército logró repelerlos.
La campaña contra Árbenz
Entrado 1952, los grandes terratenientes locales y la United Fruit Company comenzaron una campaña de deslegitimación contra el gobierno de Árbenz, al que acusaban de seguir los dictámenes de la Unión Soviética.
De acuerdo con García Ferreira, en ese contexto, varios gobiernos de la región también temieron que el ejemplo de Guatemala se extendiera por sus propios países, por lo que comenzaron a presionar a Estados Unidos para que pusiera fin a aquella experiencia.
"Se da un contexto que llamaría de un encuentro de agendas: por una parte, EE.UU., que temía que Guatemala se volviera un satélite soviético en su zona de influencia en el continente americano y, por el otro, los gobiernos de la región que temían que el ejemplo de Árbenz se extendiera por Centroamérica y el Caribe", señala.
Así, según el historiador, los gobernantes de facto de Cuba, Honduras, Nicaragua, Venezuela y República Dominicana también se sumaron para intentar poner fin a la experiencia social de Árbenz en Guatemala.
Pero no quedó ahí.
Sus críticos también lo cuestionaron por abrir paso a los seguidores del comunismo en su país, en un momento en el que esa ideología política era perseguida -y temida- en otras partes del mundo.
Y es que, ante la negativa de alianzas de otras formaciones, Árbenz se vinculó con el Partido Guatemalteco del Trabajo, que profesaba abiertamente el comunismo.
Para muchos, ese pacto fue la muestra de sus intenciones de llevar el modelo de la URSS a Guatemala.
"En realidad, la Unión Soviética todavía no tenía ningún interés en la región. Un año antes había muerto Stalin y los soviéticos aún estaban más ocupados con sus propios problemas", señala García Ferreira.
"Además, no podemos decir que las medidas de Árbenz buscaran promover el comunismo en Guatemala. Más bien, eran ideas cercanas a los ideales de la Revolución Mexicana. De hecho, tuvo asesores que habían participado en esa Revolución", sostiene.
Finalmente, la CIA se decidió a intervenir en Guatemala.
Diseñaron una operación experimental encubierta que denominaron PBSUCCESS y que, según García Ferreira, sería una especie de laboratorio para futuras invasiones estadounidenses en Latinoamérica.
La invasión
Cuando Árbenz Vilanova nació en 1946, habían pasado dos años desde que su padre se sumó al movimiento cívico que llamarían después Revolución de 1944.
Faltaban cinco años para que Árbenz Guzmán fuera elegido democráticamente como presidente y otros ocho para aquel día trágico que marcaría el resto de sus vidas.
Árbenz Vilanoba recuerda que, al principio, sus padres trataron de aparentar que no sucedía nada.
"Hicieron lo posible por no preocuparnos, pero pronto nos dimos cuenta de lo serio de la situación y los peligros que corríamos", cuenta.
Recuerda que cuando los aviones comenzaron a bombardear la Ciudad de Guatemala los oficiales más cercanos a su padre se atemorizaron.
Fue entonces cuando se consumó la traición: "Le dijeron: 'Coronel, no podemos seguir apoyándolo´".
El 27 de junio de 1954, a las 9:00 PM, Árbenz renunció como presidente de Guatemala.
"Con la esperanza", dijo, "de salvar las conquistas democráticas de la Revolución".
Su figura todavía causa controversias y su legado sigue siendo un tabú, 65 años después.
Para muchos historiadores, el golpe de Estado fue también la puerta para la Guerra Civil que desoló el país años después: más de 250.000 personas murieron y otras 50.000 desaparecieron para siempre.
Las huellas
"Desafortunadamente, la invasión y el golpe tuvieron un efecto desastroso que duró por mucho en nuestra familia, pero también en Guatemala", recuerda Árbenz Vilanova.
Cuando su familia iba a abandonar Guatemala, los militares en el aeropuerto obligaron a su padre a quitarse la ropa para revisarlo.
Las cámaras de los medios captaron la humillación, que sería una de las últimas fotos que se publicarían de Árbenz en Guatemala por décadas.
Según cuenta García Ferreira, ese no fue el final: la CIA hizo todo lo que pudo para quitarle legitimidad al expresidente y para perseguirlo por todos lados y presionar a los gobiernos de los países a los que pedía asilo.
De hecho, el único sobreviviente de aquella tragedia familiar recuerda que el golpe de Estado fue solo el inicio de una pesadilla mayor.
Árbenz Vilanova fue condenado a un exilio que le duró 50 años y que se extendió por nueve países: México, Francia, Suiza, República Checa, Unión Soviética, Uruguay, Cuba, El Salvador y Costa Rica.
"No fue fácil. A mis hermanas les afectó mucho y sufrieron mucho lo que pasó. Como resultado, una de ellas se quitó la vida en 1965 y la otra hizo lo mismo en 2004".
"Mi padre en sus últimos días se volvió un hombre muy amargado, decepcionado, frustado de que lo había tratado de hacer por Guatemala se hubiera malentendido".
El expresidente que soñó reformar Guatemala murió en Ciudad de México el 27 de enero de 1971, en la tina de su baño, en un extraño accidente.
Estaba completamente solo.
Caravana de migrantes: ¿qué rol ha tenido Estados Unidos en la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades que padecen Honduras, Guatemala y El Salvador?
"Cuando Estados Unidos tose, Centroamérica se resfría".
El viejo refrán da cuenta de un complejo entramado de relaciones que, por años, ha marcado los vínculos entre Washington y los gobiernos -y las realidades- de Honduras, Guatemala y El Salvador, el llamado Triángulo Norte centroamericanos.
El tema cobra relevancia estos días, luego de que una caravana de miles de migrantes, sobre todo de hondureños, tomara rumbo hacia Estados Unidos.
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El presidente Donald Trump advirtió que cortaría la ayuda que su gobierno envía a Centroamérica si no se lograba detener el flujo de migrantes; pero, pese a las amenazas, miles de personas continuaron sumándose a la caravana.
Alegan que huyen de la violencia, la inseguridad y la falta de oportunidades en sus naciones, que se encuentran entre las más pobres de la región.
"Es conocida la situación en la que viven muchos de estos países, pero lo que muchas veces no tenemos en cuenta es cómo EE.UU. contribuyó a crear la situación de la que escapan muchas de esas personas", le explica a BBC Mundo Elizabeth Oglesby, profesora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Arizona.
Joseph Nevins, experto en Centroamérica del Vassar College, en Nueva York, opina, por su parte, que el motivo por el que emigran a Estados Unidos no solo está vinculado con que este país sea el más desarrollado de la región, sino también con la propia influencia que Washington ha tenido allí por décadas.
"La migración es a menudo una manifestación de una relación profundamente desigual entre los países que envían migrantes y los países de destino. Y es lo que pasa en este caso", señala.
En criterio del experto, la forma en la que sea han dado las relaciones de EE.UU. con Centroamérica ha hecho que muchos lo consideren como el país preferido para emigrar, porque es el lugar que más conocen y donde, en su imaginario, se encuentran las mejores opciones de vida.
Pero ¿cómo han sido las relaciones de Estados Unidos con Honduras, Guatemala y El Salvador, y cómo pueden haber influido en la actual caravana de migrantes centroamericanos?
Las raíces de la inseguridad
Cynthia Arnson, directora del Programa sobre Latinoamérica del Wilson Center, un think tank con sede en Washington, comenta que durante la época de las guerras en Centroamérica, los sucesivos gobiernos de Washington tuvieron una influencia "muy fuerte" en países de la región.
En un país como El Salvador en los años de la guerra, le cuenta Arnson a BBC Mundo, Estados Unidos gastó más de US$6.000 millones en ayudar al gobierno y al ejército para derrocar las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
Durante ese conflicto, según la Comisión de la verdad de las Naciones Unidas, murieron unas 75.000 personas y se reportaron homicidios, desapariciones, violaciones, torturas, secuestros y atentados a los derechos humanos, principalmente a manos del ejército.
Arnson indica que otro de los ejemplos fue lo sucedido en Nicaragua, donde Estados Unidos financió los "contra", los grupos de insurgentes que intentaron el derrocamiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional y que, según la Corte Internacional de Justicia, cometieron torturas, ejecuciones, asesinatos arbitrarios, saqueos, reclutamiento forzosos y violaciones.
"En el caso de Nicaragua, especialmente en personajes como Daniel Ortega y la gente a su favor, esto creó unas actitudes de rechazo al diálogo y las instituciones democráticas que tienen su origen en aquellos años, porque se generó entonces un estado de resistirse al 'imperio' y a la comunidad internacional que son vistas como fuerzas que quieren intervenir en los asuntos internos del país", señala.
De ahí que, en su criterio, lo sucedido en aquellos años sea utilizado actualmente como pretexto para reprimir las protestas que tienen lugar contra de Ortega y para su gobierno encuentre una justificación para negarse a las elecciones adelantadas o ceder el poder.
En criterio Arnson, un factor decisivo en el legado del conflicto de aquellos años de Guerra Fría fue que Centroamérica era vista como parte del escenario de una lucha que Washington entendía que se librara contra el comunismo internacional.
"Por eso los conflictos internos no se vieron en su dimensión particular y nacional, sino como parte de un juego internacional entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y estos países y sus problemas quedaron en medio de todo eso", opina.
De acuerdo con Oglesby, detrás de ese situación se halla una de la raíces de los diferentes desplazamientos que han tenido lugar en los últimos 40 años.
"Debemos recordar que los primeros grandes flujos migratorios tuvieron lugar cuando cientos de personas de Centroamérica intentaban huir de las masacres y persecuciones que fueron factor común en la región entre las décadas de 1970 y 1980 y que fueron financiadas de forma indirecta por EE.UU.", señala.
La especialista recuerda varios momentos centrales de aquellos años oscuros de la Guerra Fría, como el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala -financiado por Estados Unidos- o las diferentes intervenciones militares que se extendieron incluso hasta Panamá.
"Fue una situación que ayudó a fomentar las condiciones de inseguridad e inestabilidad que sigue hasta nuestros días y de la que todavía intentan escapar estas personas", opina.
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La experta del Wilson Center, por su parte, considera que es difícil encontrar una relación muy directa entre este contexto y los flujos migratorios o la situación posterior de esos países.
"No es culpa de Estados Unidos que lo que ocurrió después, pero lógicamente la forma de la transición tuvo un impacto muy fuerte. La falta de oportunidades, la falta de fuerzas policiales que sean capaces de controlar el crimen y proveer la seguridad son un problema de largo alcance, de desarrollo institucional, en el que Estados Unidos juega un papel, pero no fundamental", señala.
Destaca, en cambio, los múltiples programas que en los últimos años han contribuido a luchar contra la violencia y apoyar algunas de las comunidades más desfavorecidas del país.
Nevins señala que otro factor a tener en cuenta fue la forma en que ciertas "políticas erróneas" de Estados Unidos contribuyeron a fomentar la violencia en la región y a crear uno de sus flagelos más temidos: las pandillas.
"La Mara Salvatrucha, el grupos criminal del que muchos inmigrantes están huyendo, tuvo su origen en cárceles de Los Ángeles en la década de 1980. Estos pandilleros fueron deportados luego a esos países y esto contribuyó a generar esta situación de inseguridad que actualmente se vive allí con estas bandas criminales", señala.
Las relaciones después
Arnson cuenta que durante la década de 1990 Estados Unidos continúo su apoyo a estos países mediante programas de asistencia financiera y de capital político, lo que le garantizó mantener una influencia decisiva en la región.
Todo comenzó a cambiar, señala la especialista, a partir de 2014, cuando ocurrió la primera crisis migratoria de niños no acompañados.
Durante el verano de ese año, una inusitada caravana de miles de menores de edad centroamericanos que viajaban solos comenzó a marchar para pedir asilo en la frontera sur de Estados Unidos.
"Eso puso los ojos otra vez en las condiciones de vida en Centroamérica. Se entendió que habría que fortalecer la frontera y las medidas migratorias, pero también ayudar a resolver los problemas de allí", indica Arnson.
Una comisión bipartidista del Congreso de Estados Unidos decidió entonces que se enviaría una ayuda de US$750 millones para apoyar a estos países.
"Estados Unidos ha mostrado un compromiso para hacer frente a las raíces de los flujos migratorios a través de los diferentes programas de ayuda que mantiene en esos países. Es cierto que no han sido suficientes, dadas las magnitudes de los problemas, pero ha habido una intención y un esfuerzo por tratar de hacerlo", señala.
Sin embargo, de acuerdo con organizaciones civiles, parte de esta ayuda no ha llegado y no se han creado programas suficientes para trabajar para solucionar los problemas más acuciantes de esos países.
"Las políticas de los gobiernos de Estados Unidos han sido punitivas en lugar de intentar resolver realmente los problemas que hacen que los centroamericanos y sudamericanos huyan de sus países para venir a Estados Unidos en busca de asilo", asegura a BBC Mundo Nicholas Valentino, profesor del Centro de Estudios Políticos de la Universidad de Míchigan.
En su criterio, la creación de programas para brindarles a estas personas un mejor futuro en sus países son más económicos que los miles de dólares per cápita que se necesitan para detenerlos, procesarlos y, finalmente, deportarlos, pero no es algo que se tome en cuenta en Estados Unidos.
Influencia continua
Más de 30 años después del fin de la Guerra Fría, los expertos consultados por BBC Mundo consideran que la influencia de Estados Unidos en Centroamérica continúa siendo un factor decisivo y no solo por las ayudas que ofrece.
"No es un secreto que Estados Unidos es todavía una fuerza dominante en países como Honduras, Guatemala y El Salvador", opina Nevins.
De acuerdo con el especialista, en estos países todavía se considera a Washington como la voz de una autoridad que puede decidir sobre el futuro de sus naciones.
Comenta, como ejemplo, el caso de Honduras, donde Estados Unidos legitimó al golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya en 2007 o cuando, en noviembre pasado, reconoció el gobierno de Juan Orlando Hernández pese a las denuncias de fraude.
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Según Nevins, la inestabilidad política que siguió el polémico resultado de estas elecciones fue un factor también determinante entre las causas de la actual caravana, formada mayoritariamente por hondureños.
"Hernández es parte de una elite de poderes y no solo está contribuyendo a fomentar la posición de Estados Unidos en el país, sino que sus políticas también están obligando a muchas personas a escapar", opina.
Oglesby, por su parte, considera que el gobierno de Donald Trump no ha dado una prioridad real a contribuir con la situación en Centroamérica, sino que ha dado pasos que, en su criterio, constituyen un retroceso.
"Estados Unidos ha dado la espalda últimamente a proyectos que estaban ayudando a fomentar la institucionalidad en América Latina, como pasa con su silencio ante las presiones del gobierno de Guatemala contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad" (CICIG), señala.
Y es que el presidente Jimmy Morales anunció en septiembre pasado la salida de su país de la CICIG, que ha liderado procesos judiciales contra represores del régimen de Efraín Ríos Montt y contra figuras acusadas de corrupción, incluido el propio mandatario.
Sin embargo, Arnson opina que es un error pensar que los problemas centroamericanos tienen sus orígenes en Estados Unidos.
La experta opina que la forma en la que Estados Unidos ha respondido en diferentes momentos de la historia a circunstancias en Centroamérica, mejoró o empeoró la situación dependiendo del tipo de política, pero que los problemas tienen su causa en la propia región.
"Es cierto que Estados Unidos tiene un poder muy fuerte frente a países centroamericanos que no tienen una institucionalidad fuerte o una democracia consolidada. Pero la falta de oportunidades, de seguridad y la pobreza en estos países son de larga data y no son responsabilidad de Estados Unidos", opina.
"Creo que no podemos sobredimensionar -ni tampoco minimizar- el impacto de lo que hace Estados Unidos en esta parte del mundo", señala.
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