viernes, 14 de octubre de 2022

Cómo los latinoamericanos se convierten en audaces y desquiciados invasores de USA.

La crisis producida por la pandemia y la crisis económica en América Latina tiene dimensiones extraordinarias, y esta fabricando olas migratorias, pero sobre todo migrantes. con la capacidad de resistir todo,  esto los convierte en los más peligrosos invasores de Estados Unidos, pues son gentes que escapan de infiernos llamados países latinoamericanos, que ahora expulsan a sus habitantes,  convirtiéndolos en invasores, como un día lo fueron Los Mongoles, o los Vikingos,los Conquistadores Españoles o los colonos europeos de América y Oceanía, que enfrentaron la necesidad de salir de sus zonas de  sus reinos y convertirse en feroces guerreros, bandoleros, invasores o asesinos.  





Selva del Darién: migrantes cuentan que vivieron el "infierno en la tierra"

Hasta la fecha, unos 134.178 migrantes transitaron el Tapón del Darién, una selva que divide Colombia y Panamá, considerada uno de los trayectos más peligrosos del mundo. La cifra es superior a los 133.726 que cruzaron en 2021, según datos oficiales. France 24 fue al encuentro de aquellos que se lanzaron a la arriesgada travesía.

Caminar para vivir. En Puerto Limón, una comunidad de pangueros en Darién, Panamá, se ha convertido en un pequeño paso hacia la esperanza. Allí desembarcan diariamente decenas de 'piraguas' que transportan a los migrantes que recién salieron de la selva del Darién por Canaán Membrillo y encuentran su primer contacto con la naturaleza.  

El venezolano Wyleiton Jimenez llegó con su esposa y su pequeña hija de un año. En su rostro denota cansancio y temor mientras espera el transporte que las autoridades panameñas brindan para trasladar a los migrantes hacia el Centro de Recepción de Migrantes San Vicente.  

"Largas caminatas, por fango, lodo, personas muertas, animales, de verdad que es un riesgo, es jugar con la vida de la persona", dice con la voz entrecortada. "No fue fácil, esa responsabilidad como padre. Pido perdón a mis hijos, esto que vimos en esa selva no se lo deseo a nadie", agrega mientras sostiene en brazos a su bebé.

Los migrantes que sobreviven al cruce del Tapón del Darién son asistidos por autoridades y organizaciones locales.
Los migrantes que sobreviven al cruce del Tapón del Darién son asistidos por autoridades y organizaciones locales. © Jorge Hurtado

Jimenez era transportista en Venezuela antes de cruzar la selva. Vendió todas sus pertenencias para financiar el viaje que se suponía iba a ser "seguro". "Hay personas que engañan, te ofrecen paquetes, te dicen que en dos días llegas y hoy es el noveno día y ya estamos acá. No tenemos comida, comíamos galletas que compartimos entre hermanos", explica.  

Según él, el paso por la selva, además de ser peligroso, es más caro que el presupuesto inicial de 2.500 dólares que había calculado. "Nos convertimos en un comercio para estos pueblos, cada parte donde llegas una comida cuesta cinco dólares, una agua otros cinco. El que no tiene, no come, lamento mucho esto, pero somos un comercio para esa selva", expresa.  

"Pudimos ver a cientos de personas, incluidos niños, niñas y mujeres embarazadas, que necesitaban atención médica. Tras caminar varios días, muchos llegan deshidratados, con heridas, picaduras graves de mosquitos y tobillos hinchados. Muchas personas son atacadas por criminales, quienes los roban, amenazan y, en decenas de casos, abusan sexualmente", escribió en El País Juan Pappier, investigador de Human Rights Watch.  

"La verdad es muy difícil, vi como cinco muertos, niños, las personas muy pesadas no lograban llegar hasta donde íbamos nosotros. Quienes nos guiaron nos llevaron hasta cierto lado, decían que eran cuatro horas y tomamos dos días en llegar, pasamos tres días sin comer, tomábamos agua de río. No cualquiera logra llegar", expresa Marco Vitora.  

Vitora viajó con su hermano y otros amigos de Venezuela. Pensó que su juventud y la condición física le permitirían un mejor tránsito por la selva, pero resultó en una de las experiencias más traumáticas de su vida. "Es muy difícil, el que quiera venir tiene que pensarlo dos veces", concluye.

Marco Vitora, uno de los migrantes que logró cruzar el Tapón del Darién, muestra una foto en su teléfono móvil.
Marco Vitora, uno de los migrantes que logró cruzar el Tapón del Darién, muestra una foto en su teléfono móvil. © Jorge Hurtado

El joven tuvo que auxiliar a madres que cargaban recién nacidos en brazos. Una de ellas es Marla Fernández, quien animada por su esposo en Estados Unidos se adentró en la selva. "Los niños sufren mucho. No le deseo a ninguna madre que meta a sus hijos en la selva. Uno entra y no sabe si vamos a salir", cuenta Fernández en una carpa de asistencia humanitaria en el Centro San Vicente.

Según recuentos de las autoridades panameñas, en 2021 unos 29.000 niños cruzaron este peligroso trayecto. La mayoría fueron asistidos por las organizaciones humanitarias al salir de la selva debido a las heridas causadas en el trayecto.  

"Tenemos casos de niños no acompañados. En el transcurso de la ruta en la selva, hay muchos que avanzan, padres que se quedan y mandan a los hijos con otras personas. Cuando llegan acá a la estación, nosotros, como país responsable, en conjunto con el Seniaf y la unidad de niñez y adolescencia, recibimos a estos niños y son enviados a una casita que tenemos hasta que verifiquemos dónde están los padres y poder entregarlos a un familiar", indica Víctor Gómez, del Servicio Nacional de Fronteras Panamá (Senafront).

Animada por su esposo, Marla Fernández se lanzó a cruzar el Darién con su pequeña hija en brazos.
Animada por su esposo, Marla Fernández se lanzó a cruzar el Darién con su pequeña hija en brazos. © Jorge Hurtado

Pero no solo los niños son los más vulnerables a este trayecto, considerado uno de los más peligrosos del mundo. Cada día son más la cantidad de mujeres que dicen ser víctimas de agresiones sexuales mientras cruzan el tapón del Darién.  

Grizveliz Oropeza tiene 17 años y es la segunda vez que emigra. Se encontraba en Ecuador como migrante venezolana pero sus familiares insistieron en llegar hacia Estados Unidos. "Un indígena me ofreció plata para acostarme con él. No me querían dejar de la playita porque quería que yo me acostara con él. De verdad que sí violan a las mujeres, sí las violan. Yo tuve suerte, pero nos sentimos humilladas", cuenta Oropeza.  

"Las denuncias son de robo por parte de originarios del sector que se aprovechan de su situación, algunas femeninas presentan denuncias de violación. El servicio tiene patrullas en esos sectores, pero la selva es tan extensa que no es un lugar exacto donde los delincuentes actúan", responde Gómez, del Senafront.  

Según cálculos de las autoridades panameñas, diariamente cruzan la selva unas 1.200 personas, el 70% procedentes de Venezuela. Recientemente los 'coyotes' habilitaron nuevas rutas por la selva y los centros de recepción entran en apuros por la poca capacidad de atención. 


 

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