Cómo la brutalidad se volvió cultura y normalidad en Guayaquil y la Costa de Ecuador y como el engaño y la mentira se volvió cultura y normalidad en Quito y la Sierra o ambas en la Amazonía de Ecuador.
En la Sierra la mentira se volvió cultura y normalidad al igual que el robo, porque la Santa Inquisición y la Santa Madre Iglesia Católica, obligó a los indios a vivir en la mentira, pues los indios identificaron a Cristo con el Dios Sol o INTI y a la Virgen María con la diosa PACHAMAMA, pero hacía creer a los curas que al que adoraban era a Cristo y a María.
Entonces todas las oraciones y cantos al igual que la procesiones, u otros rituales, como los pases del niño, los bautismos tenían otro significado en los indigenas y en los mestizo-indigenas, que eran la mayoría de la población pues los blancos y los mestizo-blancos eran la minoría, la diferencia, lo extraño, en este lugar de los Andes Septentrionales.
Además, los españoles y sus hijos legítimos, como se los conocía, a los Chapetones y Criollos, por lo general terratenientes que se repartieron las tierras de los indigenas, pero además los obligaron a vivir en las haciendas, e incluso a las mujeres a parir los hijos de los patrones, se les daba pequeños pedazos de tierra para que hagan huertos y críen animales. pues no existía el salario, sino la deudas eternas de los denominados INDIOS CONCIERTOS, pues el concertaje era una institución que ataba de por vida a los indígenas a los llamados ENCOMENDEROS o patrones, que tenía la obligación de enseñarles la Fe Católica, pero además obligaban a los indígenas a endeudarse, y a pagar por generaciones, esto es que los tataranietos, pagaban las deudas de sus tatarabuelos. Algo similar a las deudas externas de nuestros países hoy en día.
Los indigenas para poder comer, sobre todo leche, carne o huevos, tenían que esconder al patron, sus aves, animales, o huevos, mentir inclusive al cura a quien debían llevar estos productos como diezmos o primicias. Así que los blancos, los chapetones y los criollos decían en sus conversaciones que INDIO QUE NO ROBA PECA, pero ellos habían robado las tierras de los indios, y además les robaban su trabajo, sus mujeres e incluso sus animales o cultivos, pero este robo era algo legal, establecido como ley mediante leyes como la de los DIEZMOS O PRIMICIAS o EL DERECHO DE PIERNADA que obligada a las adolescentes vírgenes a pasar por la bragueta de sus amos para ser desvirgada.
Así se creó la cultura de la mentira y el robo en la Sierra y la Amazonía de Ecuador.
En cambio en la Costa la Iglesia no tenía mayor incidencia. Las poblaciones eran muy dispersas, los campesinos eran semi nómadas, al igual que los pescadores, pues se movían de un lugar a otro luego de las sequías o inundaciones, y mas tarde de una hacienda a otras, cuando venían los tiempos de cosecha o de pesca.
Desde la llegada de los Conquistadores Españoles, la brutalidad de las pestes, que en los trópicos eran crueles, al igual que los piratas que frecuentemente aparecían, o la forma como los terratenientes y los políticos cuidaban sus propiedades o su vida, que era mediante matones, asesinos, lo que hoy llamamos sicarios, era parte de la normalidad.
La mujeres en la Costa, eran tomadas a la fuerza, robadas incluso, los hombres terminaban una semana en una cantina, con heridas o muertos, pues el machete y el cuchillo era parte de la mano y su diestro uso era la forma de terminar una disputa, e incluso una simple fiesta.
Hasta hoy , en la Costa los hombres se vanaglorian de las mujeres que han preñado y de los hijos que tienen regados por todas partes, o de los muertos que llevan por delante.
La impunidad fue desde hace 500 años parte del modus vivendi de la Costa y la Amazonía ecuatoriana, donde los indígenas acostumbran a camuflarse con pinturas y follaje para cazar, han convertido a la intensión escondida, a la sorpresa, a la violencia mortal contra animales o contra otros seres humanos parte de su cultura. El matar a alguien que consideraban enemigo, el forzar a otra familia a entregar a sus hijas a un guerrero de la familia o la tribu, era parte de la normalidad. El prestigio estaba en el número de mujeres bajo su vigilancia y de enemigos que tenía muertos.
Curiosamente Rafael Correa, se convirtió en un foco que atrae a las mariposas de la noche serrana, esto es, a los mentirosos y traidores, empezando por su ex vicepresidente Lenín Moreno y los 50 asambleístas que le traicionaron desde en el año 2017.
Guillermo Lasso, en cambio es un foco que atrae a las mariposas de la noche costeñas, que son los criminales, asesinos, sicarios, narcos, o extorsionadores de la Costa, que ahora lo tienen ocupado en en 911 de Guayaquil y Esmeraldas.
"Aunque pegue o mate, marido es": el testimonio de la expareja de un pandillero y traficante de drogas de Guayaquil
- Valentina Oropeza Colmenares - @orovalenti
- Enviada especial a Guayaquil
En este testimonio narrado en primera persona, Marta* cuenta cómo se enamoró y tuvo un hijo con un traficante al menudeo en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil.
Tras una larga historia de maltrato y sumergida en la pobreza, lo abandonó para evitar que su hijo estuviera expuesto a las actividades de su padre.
*Pidió mantener su verdadera identidad en el anonimato por seguridad.
"Cuando tenía 13 o 14 años, vacilé con un chico que era bien duro de los pandilleros. Cuando tienes un novio que es rey (líder de una banda), ganas el respeto de la gente. Todo el mundo me respetaba. Yo era adolescente y pensaba que andar con el más malo me haría popular".
—¿Tú eras novia de un rey? ¿Cuál rey? —interrumpe su hijo de 12 años— Era ladrón.
Final de Recomendamos
Marta y su familia celebran la ocurrencia a carcajadas en la sala de su casa en Durán, uno de los cantones más violentos de Guayaquil, al suroeste de Ecuador.
—Es que suben de rango. Primero ingresan a la pandilla…— retoma Marta.
—Son principiantes —corrige su hijo.
"Son principiantes, van subiendo, van subiendo y son rey. El rey le da charlas a los de recién ingreso.
Cuando andaba con él conocí a muchos pandilleros. Yo tenía amigos muy cercanos que no eran tan batracios (delincuentes). Me gustaba el rap, y algunas de esas personas a veces improvisaban. Yo me quedaba ahí escuchándolos. Nunca me gustó que hablaran de pistolas y de matanza. Me gusta el rap que habla de la vida, de lo que les pasó.
Incluso me dijeron para ser pandillera, pero esas cosas no me gustan porque en la pandilla hay reglas: hay que reunirse a las 8:00 de la noche, hay que hablar de ciertas cosas. Y yo no tenía tiempo porque estudiaba, mi papá no me dejaba salir.
Este chico decía que era mi novio porque me daba piquitos. Pero no es que me iba a la cama con él.
Era el rey de aquí de los Latin King, tenía 18 o 19 años. En sí yo nunca supe lo que era la pandilla, solamente escuchaba. Y de un momento a otro comenzaron a integrarse mujeres también.
Con el tiempo me fui enojando. Incluso una vez fui llorando a pedirles que devolvieran los zapatos que le robaron a mi amigo del colegio. Les dije: '¿Por qué ustedes les roban las cosas si son personas que estudian?'.
Me fui apartando porque tenían unas reglas estúpidas. Que no tuviera amigos por aquí, por allá. Se van a la mierda conmigo porque yo sí voy a tener amigos, yo soy muy amiguera. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer.
Yo no consumía, y esa es una de las cosas por las que me admiro, por ser una persona pensante. En ese tiempo yo no escuchaba de la H (heroína). En el año 2009 en mi colegio no había H, solamente hablaban de la marihuana. En mi adolescencia no probé ningún tipo de cosas".
Mamá a los 16
"Ya me había separado de este chico cuando conocí al papá de mi hijo. Yo salía de la escuela y lo vi afuera en una bicicleta. Él es muy guapo y me enamoré de él. Parecía Daddy Yankee.
Una amiga me dice: 'Este chico te quiere pedir el número'. Ahí me puse rojita, y al día siguiente se lo di. De ahí conversamos, me llamaba al convencional. Incluso venía con el papá a la casa.
Me entregué a él, fue mi primer hombre. A los 16 años perdí mi virginidad. Él tenía 21 y pertenecía a otra pandilla, era ñeta (de la banda de Los Ñetas).
Yo tengo esa suerte de andar con pandilleros.
Todo el mundo se enteró de que yo estaba embarazada, hasta los pandilleros. Fui mamá a los 16 años. Abandoné el colegio y me centré. Ya no salía y él no podía quedarse aquí porque un poco de gente quería pegarle. Él era un ñeta y esto era territorio de los Latin King".
"¿Por qué, Dios?"
"En cuanto me hice esposa de este chico y me convertí en mamá, vi la realidad de la vida. Al irme aparte me di cuenta de que me metí a un mundo diferente.
La mamá de mi esposo era alcohólica, y luego se hizo cristiana. Ella no es mala persona, tiene cuatro hijos de diferentes maridos. Es muy humilde, con buen corazón, pero la ha marcado su pasado.
El papá de mi hijo era borracho. En donde yo crecí, por lo general, nadie hacía bulla, era diferente la forma en la que me criaron a mí a como lo criaron a él.
Eran como las 2:00 de la mañana y las rockolas a todo volumen. La gente chupando (bebiendo) en la sala, y yo con mi hijo chiquitito arriba, en un altillo tan bajo que tocaba el techo.
Estaba agobiada, lloraba y decía: ¿Por qué, Dios? Vivía en una casa de piso de tierra y con el niño, lejísimos de aquí. Puro lodo, el baño no era ni baño, era un hueco, no podía ni hacer mis necesidades. Todos los fines de semana terminaban en botellazos y yo ahí metida.
Él era un hombre irresponsable, la pasé mal. Pero dije: 'Esto es lo que me busqué y tengo que aceptarlo'".
Robar para comer
"Hubo un tiempo en el que no teníamos con qué comer y un día me dice: 'Tengo que ir a robar', y se fue con un hermano que era súper adicto.
Salían a las 5:00 de la mañana en moto y robaban a las personas que salían de mañanita, que hay mucha gente. Llegaban con hartas carteras, dinero, tarjetas, teléfonos, perfumes, y luego lo revendían para la comida. Eso lo hicieron durante casi una semana.
Yo le decía: '¿Y vamos a vivir así toda la vida o qué? Un día te van a agarrar'. Y él decía: 'Ya, ya'.
Hubo un tiempo en que no teníamos nada, pero él ya no salía más a robar. Y me decía: '¿Y ahora qué hacemos?'. Ese día fuimos a una tienda de esas que tiene rejas en la puerta. Pedimos un pollo, aceite, una libra de arroz, huevos, como cualquier cliente… La moto estaba prendida y arrancamos por la desesperación de no tener comida.
Pero cuando venía a casa de mis abuelos a comer, mi abuela me decía: 'Aunque pegue o mate, marido es'".
Bloques de coca
"Con el tiempo construimos una casita chiquita, de cemento. El hermano vivía con nosotros, pero estaba demasiado perdido porque era consumidor. A veces tenía los ojos abiertotes y me decía: 'Mira, mira, el hombre que está allí parado'. Y no había nadie. Estaba alucinando, subía las escaleras, bajaba las escaleras.
Y el papá de mi hijo no conseguía trabajo. Un día le dije que no aguantaba más porque no cambiaba. Incluso vendía droga, era microtraficante. Yo lo que pensaba era: 'Mi hijo crece y está viendo ese ejemplo del padre'.
Yo no sé qué hacía con la plata. Creo que no tenía porque consumía también. Una vez me dijo para probar eso. Tenía una mesa grande donde cocinaba eso. Pero yo, cero drogas.
Cuando iba al baño, alzaba la tapa del tanque (del lavabo) y encontraba fundas, bloques blancos, bloques de coca. Él vendía por cantidad, vendía bastante. Ya veía pistolas.
El man hacía las funditas, las pesaba".
Nuevo empleo, nueva mentalidad
"Conseguí trabajo en KFC y ya cuando trabajas, empiezas a juntarte con otra clase de gente y tu mentalidad cambia. Yo siempre pensé en grande.
Comencé a conocer a otro tipo de gente, personas que estudiaban en la universidad, y me gustó más ese ambiente que seguir en esa vida con él. Con ellos conversaba de cosas interesantes, con él no conversaba de nada.
Yo trabajaba a los 13 años con animaciones de fiestas infantiles, con un payaso, por hobby. Pero luego lo retomé y tenía mis contratos. Él veía que yo hacía las cosas bien y él no podía cambiar.
'¿Hasta cuándo?', le decía yo. 'Tu ves que me saco la madre trabajando y tú, nada'. Yo iba a mis animaciones, invertí en un parlante.
Yo era muy histérica. Le gritaba y él me daba una cachetada. En la cara nunca me hinchó, pero sí me daba en el cuerpo. Yo le decía: 'No te vayas, no te vayas a la calle'. Y él me decía: 'Ya, cállate, chucha 'e tu madre'. Maldecía, me insultaba mucho.
'Entiéndeme que estoy trabajando', me decía. 'Si yo salgo de noche es para traer plata a la casa'. Se iba en la noche y venía al siguiente día, supuestamente vendiendo su droga. Y me dejaba sola con mi hijo.
Él no consumía mucho, no andaba por la calle sucio como el hermano".
Plata sucia
"La gota que rebasó el vaso fue un día que yo estaba acostada y tocaron la puerta. Tocaban a la 1:00, a las 2:00, a las 3:00 de la mañana.
Era gente que le llevaba prendas y él le daba la droga. Yo no tenía paz. Una vez salí cabreada y les dije: '¡Me tienen harta, lárguense de mi casa! Si los vuelvo a ver aquí, les tiro agua'. Eran personas adictas.
En ese momento, mi hermano empezó a consumir. Y yo lloraba, le decía: '¿Tú no entiendes? Dáte cuenta que mi hermano hace la misma mierda. A tanta gente le estás haciendo daño'. Él se quedaba callado.
Me regalaba relojes y yo se los devolvía porque era plata sucia. Yo no iba a lucir algo que venía de una cosa que le habían quitado a otro.
Yo tenía mi plata, tengo casi 10 años trabajando en KFC. Él era muy tacaño. Si me llevaba a comer alguna vez, medía hasta el último centavo.
Cuando me iba a trabajar, metía mujeres en la casa porque me contaban los vecinos. Yo no quería que me tocara, me daba asco. Venía de la calle con un olor feo, olía a droga.
Cuando no quería tener relaciones, se ponía bravo. Una vez me obligó. Y yo me dejé, no puse fuerza. Pero el amor se me fue apagando".
"Hasta aquí te aguanto"
"Poco a poco fui abriendo los ojos.
Llegaba a casa después del trabajo a las 11:00. Una noche mi hijo no estaba. Le pregunté a mi suegra, que en ese tiempo ya era hermanita, y me dijo: 'Se lo llevó por allá'.
Caminé hasta una casa donde había un poco de mujeres de lo último, hombres fumando, y mi hijo adentro. Estaba con otro niño que no tenía ejemplo de madre y padre, era grosero, malcriado.
Agarré a mi hijo y le dije delante de todos sus amigos: 'Mira, si quieres perderte, piérdete tú. Pero a mi hijo no lo traigas a esta porquería. Eres un mal ejemplo, me das asco'.
Ahí entendí que no quería estar con un hombre que no me iba a dar un buen futuro.
Después de estar 8 años con él, lo dejé. Fue una pelea grande, me insultó horrible, pero le dije: 'Hasta aquí te aguanto'. Le dejé todo lo que teníamos, que lo había comprado yo.
Y en estos 4 años en que hemos estado separados, solo me buscó cuando supo que yo estaba con otra persona. Ahora estoy con alguien que es trabajador, quiere a mi hijo, no toma, no sale, es amoroso.
Al papá de mi hijo hace poco le dieron tres balazos y se fue a Chile. Él empezó como un pandillero, pero ahora es mafia, es droga.
Él tiene buena relación con mi hijo. Yo nunca le digo nada malo de él. Es su padre y ama a su hijo. Pero desde que nos alejamos de esa vida, me siento mejor.
Ahora estoy pagando la mensualidad para terminar el colegio porque quiero ir a la universidad. Voy a estudiar para ser profesora.
Y quiero que todo el mundo sepa lo que viví. Ya no lloro porque tengo amor propio y me superé".
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