La invasion de Rusia a Ucrania es una acción militar encuadrada dentro de lo que Estado Unidos desarrolló durante las últimas décadas, que se llama la guerra preventiva
Entre los factores que determinaron la invasión está en primer lugar la no firma por parte de Estados Unidos del tratado SALT II, para la no fabricación de misiles con armas nucleares, entre 500 y 5500 km, con lo cual los misiles de la OTAN estacionados en Europa podían llegar a Moscú.
En segundo lugar la adhesión de Ucrania a la OTAN, de manera que las armas de la OTAN se podían estacionar en la frontera misa de Rusia, sin olvidarnos que la distancia que separa la capital de Ucrania y la de Rusa, esto es Kiev de Moscú, es de tan sólo 750 km, casi lo mismo que la distancia entre Quito y Loja, en la pequeña República del Ecuador en Sudamérica.
En tecer lugar Rusia se convirtió en país botin desde el fin de la Unión Sovietica, y ahora con el calentamiento global, que reduce la temporada invernal y la superficie helada del planeta, es el mayor proveedor mundial de materias primas, empezando por gas que emerge a borbotones en las Toberas de Siberia, desde el magma de la tierra. Esto convierte a Rusia en no solo una potencia militar, que es importante hasta el momento, sino en una potencia económica, cuando las materias primas son cada día más valiosas por su escaces mayor que las materias elaboradas.
Ante esto, las potencias Europeas, que siempre codiciaron es territorio, desde los tiempos de Napoleón o Hitler, pretenden atacar e intimidar a Rusia desde Ucrania, para desencadenar la neocolonización del norte de Asia, el territorio virgen más grande del planeta y de la llamada Ruta del Artico, por ese océano qu se está descongelando.
La justificación de Putin para desatar esta guerra preventiva, que muestre a la OTAN el poderío y sobre todo la deteminación de los rusos por defenderse, ha sido la discriminación, amenaza y hostigamiento que han sufrido los descendientes de los rusos, que conservan el idioma y la cultura en UCRANIA.
Este hostigamiento lo hacen fundamentalmente neonazis, que recuerdan que un día, UCRANIA fue territorio de las tribus germanas, que originaron Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Checoslovaquia, en la parte occidental del Río Dniéper, mientras la marquen oriental, desde hace siglos, fue territorio de los Cosacos del Don, los guerreros que crearon el Imperio Ruso, desde el Báltico y el Mar del Norte hasta el Pacífico y desde el Artico al Mar Negro, China, e India, lugares con los que hasta ahora limitan.
Esta guerra entre la OTAN y LA FEDERACION DE RUSIA por UCRANIA, es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, que está a punto de convertirse en una guerra nuclear y en una catástrofe para el Planeta Tierra. Los actore de está guerra están mostrando no sólo las nuevas armas de guerra, la mayoría aramas de largo alcance, que operan por computadoras situadas a distancias remotas, y donde los soldados, ocupan temporalmente un territorio, y se retiran de él, apenas hay pocas posibilidades de paz. Finalmente las aramas por control remoto son las que se enfrentan, las que matan, las que causan destrucción, a diferencia de las guerras anteriores, donde los soldados eran los culpables de masacres, destrucción y muerte.
Al momento el enfrentamiento está parejo, Ucrania usa mejor sus armas de corto alcance y Rusia las de largo alcance, pero el mundo esta convulsionado, el suministro energético a base de combustibles fósiles esta entrando en un colapso, al igual que el suministro de abonos y alimentos. Esto afecta a Europa y a los países subdesarrollados del mundo, complicando las crisis alimentarias, y las crisis energéticas de los países pobres, sobre todo de Africa y América Latina, que generan enormes e imparables olas migratorias que invaden los países desarrollados, en especial Estados Unidos desde América Latina y Europa desde Africa y los países Arabes, con los que desde el Imperio Romano han vivido en un contínuo estado de Guerra, pero algo que paparece más grave, una inflación y crisis económica mundial o recesión.
Es posible que el Papa, Lula da Silva, China, India, y América Latina, sean los mejores mediadores en el conflicto, que se puede resolver con el retiro de tropas del la OTAN de las fronteras con Rusia, la salida de Rusia de Ucrania. La creación de la Republica independiente de Donets y Lubansk , que no serían parte ni de Rusia ni de Ucrania. la no provocación a China, que procura recupera HONG KON Y TAIWAN o Formosa, mediante buenas relaciones comerciales, al igual que la Ruta de la Seda, la OTAN quiere conservar esos territorios como rutas de circulación y abastecimiento de sus navíos de guerra, que desde 1828 mediante la Guerra del Opio las han usado, pero que en el futuro serian sólo pasra naves comerciales de cualquier parte del mundo.
Global Strategy Report 2/2020
Resumen: El Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado por los Estados Unidos y la Unión Soviética en 1987, contribuyó al final de la Guerra Fría y al mantenimiento de la paz y la estabilidad en Europa mientras ha estado en vigor. La experiencia obtenida durante su negociación y aplicación contribuyó decisivamente al éxito de los tratados de desarme y control de armamentos que le siguieron. Dos son las causas de su desaparición el pasado 2 de agosto de 2019, en un primer plano, aparecen las mutuas acusaciones de violación del mismo entre los Estados Unidos y Rusia, y en un segundo plano, pero quizás la causa fundamental, la modificación del escenario geopolítico internacional con la aparición de terceros actores no sujetos al Tratado, lo que ha llevado a las partes a considerar su falta de utilidad política y militar ante el nuevo orden mundial que se está creando.
Para citar como referencia: Campos Robles, Miguel (2020), «El Final del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Tratado INF)», Global Strategy Report, No 2/2020.
Introducción
El Tratado INF representó un punto de inflexión en las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, contribuyó de forma decisiva al final de la Guerra Fría y desde su firma ha sido considerado como una de las piezas fundamentales para la estabilidad y seguridad internacional. También ha ayudado a prevenir riesgos en la competición estratégica mantenida por los Estados Unidos y la Federación Rusa, heredera del arsenal nuclear de la Unión Soviética.
El Tratado de eliminación de misiles de intermedio y corto alcance entre los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), también denominado Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, y de forma más abreviada Tratado INF[i], fue firmado por el Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, y por el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov, el 8 de diciembre de 1987 en Washington. En el Tratado se acordaba la destrucción y prohibición de todos los misiles terrestres (GLCM)[ii], balísticos o de crucero, con capacidad para portar cabezas nucleares y convencionales con alcances comprendidos entre 500 y 5.500 kilómetros. Este acuerdo que significó el inicio del primer proceso de reducción de los arsenales nucleares de las dos superpotencias enfrentadas en la Guerra Fría, entró en vigor el 1 de junio de 1988, con una duración ilimitada. A la desaparición de la Unión Soviética en 1991, el Tratado fue heredado y asumido por la Federación Rusa.
Sin embargo, el mundo unipolar de finales del siglo XX y principios del XXI, con Estados Unidos como única potencia hegemónica mundial, ha comenzado a ser cuestionado por otras naciones, especialmente por China. Las actuales tendencias geopolíticas indican que el nuevo orden mundial, aunque todavía no se puede decir que haya cristalizado, tiende a la multipolaridad, pues «las grandes potencias casi nunca están conformes con la distribución de poder existente, y se encuentran en una constante búsqueda de poder, siempre dispuestas a buscar las oportunidades para alterar la distribución de poder en el mundo a su favor» (Mearsheimer, 2001). Estamos asistiendo a un desplazamiento del centro de gravedad mundial hacia el continente asiático; en este nuevo escenario internacional, diferente al de la Guerra Fría, todo parece indicar que los acuerdos que sirvieron para aquel momento, no sólo no sirven en este mundo multipolar, sino que empiezan a ser considerados por sus firmantes como una carga que les limita su actuación geoestratégica en el nuevo orden que se está creando.
Los orígenes del tratado INF
A mediados de los años setenta, la Unión Soviética comenzó a renovar los envejecidos misiles SS-4 y SS-5, portadores de una única cabeza nuclear, por los nuevos misiles mejorados en precisión y alcance SS-20. Estos nuevos misiles impulsados por combustible sólido y transportados en lanzadores terrestres de gran movilidad, disponían de capacidad para portar hasta tres cabezas nucleares, su alcance de 5.000 km le permitía alcanzar gran parte de Europa desde territorio soviético. El despliegue de los SS-20 contribuyó a desestabilizar la situación de equilibrio militar en Europa, pues la OTAN no disponía en ese momento de una capacidad similar para contrarrestar esta amenaza; lo que se unía al hecho de que el Pacto de Varsovia ya disponía de una clara superioridad en fuerzas convencionales sobre la OTAN en el continente europeo. La respuesta de los Estados Unidos fue iniciar en 1979 el despliegue de los misiles Pershing II en Europa Occidental. El despliegue tenía una doble finalidad, por un lado, compensar la situación de desequilibrio que creaban los SS-20, y por otro lado, forzar a los soviéticos a entablar negociaciones sobre el control de este tipo de armamento. Entre 1983 y 1986, el despliegue norteamericano se completó con 108 misiles Pershing II y 464 misiles de crucero con cabezas nucleares, en Bélgica, Holanda, Italia, Reino Unido y la República Federal Alemana. El despliegue se realizó entre masivas protestas, lideradas por las organizaciones antinucleares de los países europeos accidentales. Las negociaciones, que habían comenzado en 1981, continuaron a los largo de los años ochenta sin lograr un acuerdo, mientras continuaba el despliegue de esta categoría de armas por ambas partes.
Con el nombramiento de Gorbachov como Secretario General del Partido Comunista en marzo de 1985, las negociaciones comenzaron a progresar; ese mismo año los soviéticos propusieron alcanzar un equilibrio en el número de cabezas nucleares desplegadas en este tipo de misiles en Europa. En 1986, los norteamericanos propusieron que las negociaciones contemplaran la limitación de los misiles de alcance intermedio, no sólo en Europa, sino a un nivel global. Finalmente en 1988, gracias a la implicación personal de Ronald Reagan y Mikhail Gorbachov, los esfuerzos en las negociaciones culminaron en un acuerdo para la eliminación total de este tipo de armas a propuesta de la Unión Soviética, el tratado también incluyó los misiles de corto alcance (500 – 1000 km).
En el tratado quedó establecido que la Unión Soviética se comprometía a destruir sus misiles balísticos de alcance intermedio SS-20, SS-4 y SS-5 (denominación soviética RSD-10, R-12 y R-14), los misiles balísticos de corto alcance SS-12 y SS-23 (OTR-22 y OTR-23), y el misil de crucero de alcance intermedio SSC-X-4 (RK-55), por su parte los Estados Unidos eliminarían sus misiles balísticos de alcance intermedio Pershing II, Pershing I y el misil de crucero de alcance intermedio BGM-109G; además de los misiles, también serían destruidos todos sus lanzadores, contenedores para transporte, los sistemas para la instrucción y adiestramiento y todas las instalaciones de apoyo relacionadas con los mismos, también quedaba prohibido la realización de cualquier prueba de vuelo con estos misiles y lanzadores. Sin embargo, no se contemplaba la eliminación de sus cabezas nucleares, que volvieron a los almacenes nucleares para poder ser rehusadas en otros sistemas de armas. Por otro lado, el Tratado no afectaba a los misiles dentro de estos alcances lanzados desde el mar (SLCM)[iii] o desde el aire (ALCM)[iv]. Como resultado de la firma del Tratado, 2.692 misiles fueron destruidos antes de la fecha límite establecida del 1 de junio de 1991, de los cuales 1.846 misiles eran soviéticos y 846 norteamericanos[v].
Protocolo de inspección y verificación del Tratado
La introducción de un Sistema de Verificación del cumplimiento del Tratado INF, condujo a la creación de instituciones y agencias de verificación en ambos países, que en el futuro jugarían un importante papel, no sólo en el proceso de verificación del propio Tratado INF, sino también para favorecer y facilitar los importantes tratados sobre desarme y control de armamentos por llegar en los siguientes años, y que contribuirían decisivamente al mantenimiento de la paz y la seguridad mundial.
El Tratado, además de sus 17 artículos, tenía como anexos dos imprescindibles protocolos que debe contemplar cualquier tratado sobre control y limitación de armamentos, el Protocolo de Eliminación de los sistemas prohibidos, es decir, un detallado manual de destrucción, y el Protocolo de Verificación del cumplimiento del mismo. Para favorecer su desarrollo y cumplimiento se estableció de forma permanente una Comisión Especial de Verificación (SVC)[vi], un foro para discutir y resolver todos los asuntos y discrepancias relacionadas con su implementación, y establecer las mejoras en los procedimientos para aumentar la efectividad del mismo.
En primer lugar, las partes firmantes desclasificaron y revelaron la información relacionada con el número y localización de todos los misiles afectados por el Tratado, así como las especificaciones técnicas de los mismos. Toda esta información fue incorporada a una base de datos compartida por las dos partes, que debía ser actualizada y mantenida cada seis meses, declarando y actualizando los misiles destruidos y los movimientos de los mismos entre los lugares declarados para albergarlos, cualquier desviación de los datos contenidos sería considerada una violación del acuerdo.
El Protocolo de Verificación estableció una serie de inspecciones in situ para verificar el estricto cumplimiento del Tratado. Las partes tendrían el derecho a realizar diferentes tipos de inspecciones durante los 13 años siguientes a su entrada en vigor, finalizando este derecho en mayo de 2001. Además, las partes tendrían el derecho a verificar su cumplimiento mediante el uso de sus propios medios técnicos nacionales (NTM)[vii], incluida la capacidad de monitorización remota de sus sistemas de satélites. El uso de estos medios técnicos se mantendría de forma indefinida, sin ninguna limitación temporal.
El primer tipo de inspecciones llevadas a cabo fueron las denominadas inspecciones de partida o de referencia (baseline inspections), estas inspecciones se realizaron entre el día 30 y el día 90 de la entrada en vigor del Tratado, su propósito era verificar, que en los lugares declarados para su almacenamiento, el número de misiles y lanzadores coincidían con los números oficiales dados a conocer, o si por el contrario estos tenían que ser corregidos. Los equipos de inspección, acompañados por los equipos de escolta, tenían derecho a inspeccionar todos los hangares y locales cuyas dimensiones fueran iguales o superiores a las dimensiones de los misiles y lanzadores declarados. Este periodo de 60 días, en el que se llevaron a cabo las inspecciones de partida, fue el más intenso de todo el periodo de inspecciones, los norteamericanos realizaron 117 inspecciones de este tipo y los soviéticos 34.
El segundo tipo de inspecciones fueron las denominadas inspecciones de eliminación (elimination inspections). De acuerdo con el Tratado, el equipo de inspección tendría que estar presente durante la destrucción de los misiles y sus lanzadores, destrucción que debía ser realizada conforme al Protocolo de Eliminación. Las destrucciones se realizaron en los lugares previamente designados para ser llevadas a cabo, siete lugares en la Unión Soviética, tres en los Estados Unidos y uno en la República Federal Alemana. Esta fase se realizó en los tres primeros años de la entrada en vigor del Tratado.
El tercer tipo de inspecciones fueron las inspecciones de cierre de instalaciones (closeout inspections), este tipo de inspecciones se llevaban a cabo cuando la parte inspeccionada informaba del completo cierre de una base o instalación relacionada con las actividades prohibidas por el Tratado. La misión de los equipos de inspección consistía en verificar que las actividades de producción de misiles y lanzadores, pruebas de vuelo, reparación, mantenimiento y almacenamiento de los sistemas prohibidos habían cesado en la instalación.
El cuarto tipo de inspecciones fueron las denominadas inspecciones anunciadas con poca anticipación (short-notice inspections), que podrían ser realizadas en cualquiera de las instalaciones y en cualquier momento. El propósito de esta modalidad de inspecciones era establecer un mecanismo que asegurara la detección de cualquier actividad prohibida. Estas inspecciones se desarrollaron de acuerdo a un sistema de cuotas anuales, cada vez menor conforme se aproximaba la fecha que pondría fin al sistema de inspecciones in situ, establecido en párrafo 5 del Artículo XI del Tratado. El equipo de inspección al llegar al punto de entrada en el país inspeccionado, comunicaba al equipo de escoltas la instalación elegida, asociada a ese punto de entrada, para ser inspeccionada. El equipo de escolta disponía desde ese momento de un máximo de 9 horas para llevar a los inspectores a la instalación que iba a ser inspeccionada, la inspección de la instalación podría durar hasta 24 horas como máximo.
Otra actividad para la verificación del cumplimiento del Tratado fue la monitorización de la producción (Portal Monitoring Inspection), ambas partes tenían el derecho a establecer una presencia permanente de inspectores en la planta donde se había estado realizando el montaje final de los misiles INF, en el territorio de la otra parte. Aunque los inspectores no tenían acceso al interior de las plantas, si pudieron inspeccionar todos los vehículos y contenedores lo suficientemente grandes para poder transportar los misiles prohibidos, realizar el control del perímetro y los accesos a las fábricas durante 24 horas al día, durante los 13 años que estuvo permitido el sistema de verificación y control in situ. Los soviéticos realizaron este control permanente en la planta de Magna, en Utah, mientras que los norteamericanos lo hicieron en la planta de Votkinsk, en los Urales.
La gran experiencia obtenida en la aplicación del Protocolo de Verificación, tanto en la realización de las inspecciones in situ, como de la utilización de los satélites, permitió a las dos partes introducir y perfeccionar novedosos procedimientos y rutinas de inspección y verificación. Esta experiencia sirvió para crear un modelo básico de inspección, que posteriormente sería adoptado en otros tratados de desarme y control de armamentos más complejos que siguieron, como fueron los Tratados de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas (START)[viii] y el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE).
La agonía del tratado INF
Desde mediados de los años noventa, existe una manifiesta y creciente preocupación debido a la posesión de misiles de alcance intermedio por terceros países no afectados por el Tratado, como China, India, Irán, Corea del Norte, Paquistán y Arabia Saudí, la mayoría localizados en la periferia de Rusia. Las partes firmantes consideran que esta situación los coloca en una clara desventaja geoestratégica, especialmente frente a China, a la que estos sistemas de armas le sirven para reforzar su estrategia de sellado de los Mares del Sur y Este de China. En el presente, los Estados Unidos consideran a China su principal competidor geopolítico; el propio Henry Kissinger ha expresado que: «Los Estados Unidos temen que el crecimiento de China socave su preeminencia, y por tanto su seguridad, China está decidida a alcanzar el dominio militar y económico en todas sus regiones circundantes y, así, en última estancia la hegemonía» (Kissinger, 2014).
En 2007, el entonces Ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov públicamente cuestionó el Tratado, al calificar de «error grave la decisión de eliminar en su totalidad los sistemas de misiles de alcance intermedio, ya que una docena de países dispone de este tipo de arma».[ix] Ese mismo año, Rusia propuso en Naciones Unidas que los países poseedores este tipo de misiles se sumaran al acuerdo, pero esta propuesta no encontró el apoyo necesario. A pesar de esta inquietud, el 25 de octubre de 2007, los dos países firmantes emitieron una declaración en la Asamblea General de Naciones Unidas confirmando su intención de seguir cumpliendo el Tratado, y llamando al resto de países a renunciar a los misiles prohibidos en él[x].
Sin embargo, en repetidas ocasiones desde 2014, los Estados Unidos han denunciado públicamente, a través de su Departamento de Estado, el incumplimiento del Tratado por parte de la Federación Rusa[xi], aunque las sospechas de la violación de los términos del mismo comenzaron en 2010. El motivo de las sospechas de incumplimiento por parte de Rusia se debe al despliegue del misil de crucero Novator 9M729, designado por la OTAN como SSC-8, que podría alcanzar objetivos logísticos que serían críticos para los planes de defensa de los países de la OTAN situados más al este de Europa. Rusia desde que surgieron estas acusaciones ha negado que estuviera incumpliendo el Tratado. En 2016 y 2017, los Estados Unidos solicitaron la convocatoria de la Comisión Especial de Verificación (SVC), pero las reuniones no sirvieron para mitigar sus preocupaciones. El 15 de diciembre de 2017, la OTAN realizó una declaración oficial apoyando la postura de Estado Unidos, e instando a Rusia a actuar de forma transparente y a mantener un dialogo sobre los aspectos técnicos de este misil.
También la Unión Europea, que ha considerado el Tratado INF desde su firma una pieza fundamental de la arquitectura de seguridad europea, se posicionó claramente a favor de que los Estados Unidos y la Federación Rusa mantuvieran un diálogo sincero y constructivo para preservar el acuerdo, pidiéndole a Rusia el cumplimiento del Tratado de una forma clara y transparente y a los Estados Unidos que considerara las consecuencias de su retirada para sus aliados y para la seguridad mundial[xii].
A partir de 2017, Rusia reconoció la existencia de este nuevo misil, pero insistió en que no viola los límites establecidos[xiii]. De la poca información accesible sobre el nuevo misil, se deduce que Rusia nunca lo ha probado en el rango prohibido, las acusaciones de los Estados Unidos se basan en el análisis de su capacidad de alcance, sin proporcionar más información. El experto y analista independiente Pavel Podvig, quien dirige el proyecto de investigación “Russian Nuclear Forces”, piensa que es probable que se haya violado técnicamente el Tratado por parte de Rusia, pero no cree que la violación haya sido lo suficiente seria, desde un punto de vista militar y político, como para desmantelar uno de los más importantes acuerdos de control de armamentos existente, ya que asumiendo que se ha producido la violación, no se altera significativamente el nivel de amenaza que las fuerzas nucleares rusas suponen para Europa[xiv].
Los Estados Unidos comenzaron a adoptar medidas diplomáticas y militares, así como sanciones económicas contra las empresas rusas relacionadas con la fabricación y desarrollo de misiles prohibidos, como queda recogido en el documento Nuclear Posture Review del año 2018 (NPR, 2018:10). El 20 de octubre de 2018, el Presidente Donald Trump anunció su intención de rescindir el Tratado INF, alegando su incumplimiento por Rusia y su preocupación por el arsenal actual de misiles de alcance intermedio de China. El 4 de diciembre de 2018, el Secretario de Estado Mike Pompeo declaró que Rusia había incumplido el Tratado y anunció que los Estados Unidos suspenderían su compromiso, si en el plazo de 60 días Rusia no volvía al cumplimiento del mismo[xv]. El 2 de febrero de 2019, el gobierno norteamericano comunicó que en seis meses se retiraría del Tratado, al día siguiente la Federación Rusa manifestó también su intención de abandonarlo, y anunció que iniciaba los estudios de ingeniería para el diseño de una versión terrestre del misil naval Kalibr, ya probado en acciones reales en el conflicto de Siria, aunque también confirmó que Rusia no sería la primera en desplegar misiles de alcance intermedio en Europa. Finalmente, el 2 de agosto de 2019, se produjo la retirada oficial de los Estados Unidos de acuerdo a lo establecido en el artículo XV, donde queda recogido que las partes tienen derecho a retirarse del mismo cuando se produzcan acontecimientos extraordinarios relacionados con el contenido del Tratado que perjudiquen los intereses de las partes, y donde se establece la obligación de comunicar con seis meses de antelación su retirada definitiva.
A raíz del inicio de las acusaciones de incumplimiento y violación de lo acordado por parte de la Federación Rusa, se produjeron presiones por parte de Occidente para que Rusia diera más detalles técnicos acerca de este nuevo misil, sin embargo, las autoridades rusas no sólo rechazaron dar más explicaciones sobre el asunto, sino que acusaron a la otra parte de violar también el Tratado. Las acusaciones más significativas están relacionadas con el sistema de defensa antimisiles balísticos Aegis Ashore, con los misiles balísticos utilizados como blancos de instrucción de los sistemas de defensa antimisil y con el uso de vehículos aéreos no tripulados (UAV)[xvi] o drones. Los Estados Unidos repetidamente han dado consistentes explicaciones, en la Comisión Especial de Verificación (SVC), del cumplimiento de lo establecido en estas áreas.
El sistema Aegis Ashore forma parte del componente europeo del sistema de defensa antimisiles balísticos norteamericano en Europa (EPAA)[xvii], que consiste en múltiples sistemas de detección y seguimiento en los que se integran diversos tipos de interceptores, entre ellos el despliegue de los buques norteamericanos con el sistema Aegis en la base naval española de Rota. El despliegue del sistema EPAA se inició en 2009, fue una iniciativa de la administración Obama, y según fuentes oficiales norteamericanas no tiene como objetivo reducir la capacidad de disuasión estratégica que representan los misiles balístico intercontinentales (ICBM)[xviii] rusos, sino la amenaza que representan los misiles de Irán; pero Rusia desde el inicio de esta iniciativa ha expresado su desacuerdo con la misma, al considerar que va contra su capacidad de disuasión nuclear. El sistema Aegis Ashore ya ha sido desplegado y está operativo en Rumanía desde mayo de 2016, su despliegue en Polonia que estaba previsto que finalizara en 2018, ha sido pospuesto para 2020 por problemas técnicos. Las acusaciones rusas de flagrante incumplimiento del Tratado tienen que ver con el sistema de lanzamiento vertical de misiles interceptores, el sistema Mark 41, que es el mismo sistema de lanzamiento utilizado por los buques de la Armada de los Estados Unidos, con capacidad para lanzar misiles interceptores SM-2 o SM-3 y misiles de crucero Tomahawk. Rusia considera que los lanzadores Mark-41 instalados en el sistema Aegis Ashore mantendrían su capacidad para lanzar misiles de crucero, que en este caso serían terrestres. Sin embargo, los Estados Unidos sostienen que la versión del lanzador Mark 41 utilizado es distinta a la utilizada en sus buques, pues aunque utiliza los mismos componentes estructurales, su electrónica y software son diferentes, por lo que sólo pueden lanzar los misiles interceptores de carácter defensivo SM-3. Conforme al párrafo 3 del artículo VII del Tratado, no se trataría de un lanzador prohibido, ya que no tendría la capacidad ofensiva de lanzar misiles balísticos o de crucero terrestres.
El 15 de enero de 2019, diplomáticos de Estados Unidos y Rusia se reunieron en Ginebra en un último intento de alcanzar un acuerdo, los representantes rusos propusieron exponer el misil Novator 9M729 y demostrar que su alcance no superaba el rango prohibido, a cambio, los norteamericanos tendrían que demostrar que los lanzadores Mark-41 desplegados en Rumanía no disponían de la capacidad de lanzar misiles INF. Los Estados Unidos rechazaron esta propuesta, al considerar que la exposición estática del misil no permite comprobar su rango en alcance, remitiéndose al párrafo 4, del Artículo VII del Tratado, donde queda recogido el procedimiento y las pruebas para determinar el alcance máximo de los nuevos misiles, e indicaron que la única solución para salvar el Tratado sería que Rusia destruyera los misiles 9M729, sus lanzadores y sus infraestructuras de apoyo[xix]. A pesar de todo, el 23 de enero, Rusia mostró, ante una audiencia de agregados militares y la prensa, un contenedor del misil Novator 9M729 y trató de justificar que el exceso de su longitud era necesario para poder albergar una cabeza de guerra más grande y su sistema de guiado[xx].
Desde 2003, Rusia también ha argumentado que en algunos tipos de misiles usados como blancos para probar los misiles interceptores del sistema de defensa antimisil de Estados Unidos, se estaban reutilizando motores y sistemas de guiado procedentes de misiles prohibidos y eliminados por el Tratado. Uno de estos misiles utilizados como blancos es el llamado Hera, con un alcance de unos 1.000 kilómetros, por lo que se trataría de un misil de alcance intermedio. La respuesta de los norteamericanos fue que el rescate y reciclado de etapas de los motores cohete y otros sistemas de los misiles prohibidos y eliminados está permitido, siempre y cuando los misiles en los que sean utilizados no porten cabezas de guerra. La contestación dada se ampara en el párrafo 12 del artículo VII del Tratado, en el que se especifica que el reciclado de etapas de motores que impulsan misiles dentro del alcance no permitido, sólo puede tener como objetivo el desarrollo de aspectos no relacionados con la mejora de los propios motores propulsores, aunque si pueden ser reutilizados para la investigación de otros aspectos, en este caso, el desarrollo del sistema de defensa antimisil de los Estados Unidos. Rusia llevó esta reclamación a la Comisión Especial de Verificación en 2003, y no volvió a insistir en este argumento hasta la aparición de las acusaciones por su nuevo misil de crucero Novator 9M729.
Los Estados Unidos utilizan drones que están equipados con armas guiadas de precisión para atacar blancos terrestres, y algunos de ellos pueden operar en el rango de distancias prohibido. Rusia asegura que estos vehículos no tripulados violan el Tratado, ya que en su Artículo II, en el que se establecen las definiciones de los términos utilizados en el Tratado, se define un misil balístico o de crucero terrestre como un vehículo capaz de portar y lanzar un arma, en concreto utiliza el término en inglés: “weapon-delivery vehicle”. Los Estados Unidos discrepan de esta visión, ya que un dron es un avión, tripulado remotamente y reutilizable, por lo que no es equiparable a un misil.
En contraste con la positiva y favorable situación política generada cuando el acuerdo fue negociado y firmado, en el momento actual, el Tratado INF se ha convertido en un motivo de recriminaciones mutuas y en objeto de discordia en las actuales relaciones entre las partes firmante. Además, otro importante aspecto que influye en el declive del Tratado es el deterioro de su significado militar. Las importantes innovaciones tecnológicas que han tenido lugar desde el nacimiento del acuerdo, como son los avances realizados en los sistemas de posicionamiento global (GPS) y en los sistemas de guiado y navegación de los misiles de crucero, permiten que buques localizados en protegidos bastiones como el Mar Blanco, el Mar de Barents, el Mar Negro o en el Mar Caspio puedan alcanzar España y Portugal con modernos misiles de crucero[xxi].
Las consecuencias de la desaparición del tratado INF
Ahora que el Tratado ha dejado de existir, Rusia podrá construir y desplegar misiles de alcance intermedio. Rusia ha declarado que no sería la primera en desplegar misiles de alcance intermedio en el escenario europeo. Ni qué decir tiene que si esta situación se llega a producir, los más perjudicados y amenazados serán los países de Europa Occidental, que sin el Tratado serán más vulnerables. Este nuevo posible escenario despierta los temores de una nueva carrera de armamentos al estilo de la Guerra Fría, una situación similar a cuando la Unión Soviética desplego en la década de los ochenta los misiles SS-20. Si se llega a este punto, los países europeos podrían verse en la situación de tener que decidir sobre el despliegue de estos nuevos misiles en sus territorios, lo que podría poner en evidencia no sólo una falta de unanimidad entre ellos, sino que podría también crear una división en el seno de la Alianza Atlántica.
Al trasfondo de tensión existente entre Occidente y Rusia generado por los conflictos denominados congelados[xxii], que aparecieron en el Este de Europa y en el Sur del Cáucaso tras la desaparición de la Unión Soviética, se han ido sumando otras desavenencias como el abandono de Rusia en 2007 del Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (Tratado CFE[xxiii]), la Guerra de Georgia en 2008, el conflicto en Ucrania, con las consiguientes sanciones económicas impuestas por los países occidentales a Rusia, y la Guerra de Siria. Ahora se da un paso más en este aumento de la hostilidad con el fin del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, considerado un pilar fundamental para la seguridad internacional. Pero aunque esta tendencia al aumento de tensión entre Occidente y Rusia no hace más que incrementarse, y en cierta forma nos recuerda la vuelta a una situación cada vez más parecida a los viejos tiempos de la Guerra Fría, sin embargo, la Rusia de hoy no es la superpotencia que fue la Unión Soviética, más bien «su rol es el propio de una potencia regional con aspiraciones a hegemonizar un espacio que desde Moscú es definido como el extranjero próximo, y que se localiza en Europa Oriental y el Cáucaso» (Baqués, 2017).
Conclusiones
El principal logro del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio fue la eliminación total de una clase de armamento nuclear, y aunque esto sólo representó aproximadamente la reducción de un 5% de los arsenales nucleares de las dos superpotencias, permitió acabar con la más inminente amenaza nuclear que se cernía sobre la Europa Occidental. El Tratado también representó una referencia fundamental para otros tratados de desarme y control de armamentos firmados posteriormente.
Ante la imposibilidad de extender el acuerdo a todos los países que poseen este tipo de armas, tanto los Estados Unidos como la Federación Rusa han demostrado no tener especial interés político en salvar el Tratado, ambas partes hace tiempo que empezaron a considerarlo trasnochado y de poca utilidad en el actual nuevo orden multipolar, donde aparecen nuevos actores no sujetos al Tratado, en este nuevo escenario mundial ambos prefieren verse libres y escapar de las restricciones impuestas por el mismo.
Referencias
Baqués, Josep, 2017 “Análisis de tendencias geopolíticas a escala global”, Documento de Investigación 18/2017 del IEEE, p 26.
Kissinger, Henry (2014), “Orden Mundial, Reflexiones sobre el carácter de los países y el curso de la historia”, Editorial Debate, p. 233.
Mearsheimer, John J. (2001), “The Tragedy of the Great Power Politics”, W. W. Norton & Company, p. 2, 3.
NPR (2018), “Nuclear Posture Review 2018”, Documento del Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América, p 10.
[i] INF por sus siglas en inglés: Intermediate-Range Nuclear Forces Treaty. El Tratado puede ser consultado en: https://www.state.gov/t/avc/trty/102360.htm#text
[ii] GLCM por sus siglas en inglés: Ground Launched Cruise Missile.
[iii] SLCM por sus siglas en inglés: Sea Launched Cruise Missile.
[iv] ALCM por sus siglas en inglés: Air Launched Cruise Missile.
[v] Victor Yesin, “Nuclear Disarmament: Problems and Prospects”, Russia in Global Affairs, 2 March
2008, https://eng.globalaffairs.ru/number/n_10357
[vi] SVC por sus siglas en inglés, Special Verification Commission.
[vii] NTM por sus siglas en inglés, National Technical Means.
[viii] START pos sus siglas en ingles: STrategic Arms Reduction Treaty.
[ix] https://sputniknews.com/russia/2007020760350944/
[x] https://2001-2009.state.gov/r/pa/prs/ps/2007/oct/94141.htm
[xi]https://www.state.gov/2018-report-on-adherence-to-and-compliance-with-arms-control-nonproliferation-and-disarmament-agreements-and-commitments/#INF2
[xii] https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters-homepage/52520/statement-treaty-intermediate-range-nuclear-forces-europe_en
[xiii] http://www.mid.ru/en/foreign_policy/news/-/asset_publisher/cKNonkJE02Bw/content/id/2983745
[xiv] http://www.abolition2000.org/wp-content/uploads/2019/01/20190117-Pavel-Podvig-presentation-INF-webinar.pdf
[xv] https://www.armscontrol.org/issue-briefs/2018-12/us-inf-treaty-termination-strategy-falls-short
[xvi] UAV por sus siglas en inglés: Unmanned Aerial Vehicle.
[xvii] EPAA por sus siglas en inglés, European Phased Adaptaive Approach.
[xviii] ICBM por sus siglas en inglés, InterContinental Ballistic Missile.
[xix] https://www.mid.ru/en/foreign_policy/news/-/asset_publisher/cKNonkJE02Bw/content/id/3476729
[xx] https://www.nytimes.com/2019/01/23/world/europe/russia-inf-cruise-missile.html
[xxi] Office of Naval Intelligence, The Russian Navy: A Historic Transition, December 2015. https://apps.dtic.mil/dtic/tr/fulltext/u2/1011686.pdf
[xxii] Conflictos del Transdniester, Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno-Karabaj. En el mundo de las relaciones internacionales y de los estudios estratégicos, se denomina conflicto congelado a aquel conflicto bélico que aunque ha finalizado su fase armada, no ha conseguido cerrarse definitivamente porque no se ha alcanzado ningún acuerdo de paz definitivo, la vuelta al enfrentamiento armado puede reactivarse en cualquier momento, mientras tanto crea una situación de permanente inseguridad en la región.
[xxiii] CFE por sus siglas en inglés: Conventional Forces in Europe.
Editado por: Global Strategy. Lugar de edición: Granada (España). ISSN 2695-8937
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