Dr. Tigre vivía a diario la revolución de las comunicaciones y el
transporte. Dos de sus hijas estaban estudiando en el extranjero,
Carmen Verónica en Dinamarca, pues se había casado con un coreano-danés;
es decir un ciudadano danés, porque nació en Dinamarca, pero su familia
era de origen coreano, que emigraron a Europa, luego de la Guerra de
Corea. Lo conoció cuando era profesora de español y el vino a estudiar
en Ecuador castellano, fue a hacer su trabajo de voluntario en la
comunidad de La Loma, un pequeño pueblito de afroandinos, próximo a la
frontera con Colombia, donde enseñaba a los niños inglés y tae kon do,
pues tiene sexto dan en ese arte marcial, cuando el Dr. Tigre era el
médico en La Concepción. Luego ella viajó a Dinamarca, allá se casaron.
Monky como cariñosamente le llaman en casa y sus amigas, nació en
Esmeraldas, y a los costeños les dicen monos, de allí viene su apodo.
En Dinamarca, tuvo que estudiar por dos años el idioma, ganaba algo de
dinero dando clases de español a niños, pues no se le permitía trabajar y
finalmente consiguió entrar en la universidad Aahrus, donde sigue
estudios latinoamericanos, que indudablemente hubiese sido mejor
estudiarlos en América Latina, pero ella tiene la intensión de aprender
como somos vistos desde Dinamarca y como se puede aportar a mejorar esa
visión y las relaciones de Dinamarca con América Latina, pero además era
instructora de Tae Kon Do en su ciudad.
Doménica es en cambio,
una deportista de élite, parte de la selección de Esmeraldas en Tae Kon
Do era una de las estudiantes becadas por el gobierno de Rafael Correa,
que da esta oportunidad a los mejores estudiantes del país. En su
primer examen para ingresar a una universidad le fue mal porque llegó
atrasada, luego de eso se preparó con empeño para el segundo examen y
por un punto no entro en el llamado "grupo de alto rendimiento" pero al
mismo tiempo se preparó en ingles y logro el puntaje para ser admitida
en la Universidad de Melbourne, Así fue como llegó a Australia,
inicialmente a estudiar política y comunicación, pero luego optó por
estudiar política y ambiente.
Con
sus hijas, especialmente con Doménica, vivían largas horas de
conversación por Skype, y desde Same, el lugar donde Dr. Tigre
pernoctaba antes de ir a su trabajo en la Reserva Marino Costera. Usaba
este medio para hacer reuniones en grupo con su esposa Verónica, que
manejaba una residencia estudiantil en Quito, con Antonella su hija
mayor, actriz y madre de Valentina, su adorada nietecita y gracias al
Internet, toda la familia vivía en comunicación permanente, lo que le
permitía a todos ayudarse, incluso para hacer deberes, recibir consejos,
o auxilio económico. Era increíble que desde un pueblo de apenas mil
personas en la costa ecuatoriana, Dr. Tigre pudiera vivir una vida
familiar transoceánica y transcontinetal, pues al mismo tiempo se
comunicaban Europa, América y Oceanía, y la Costa y la Sierra
ecuatoriana. Vivía la desaparición de las distancias y del tiempo pues
en una parte del planeta era el día siguiente y en la otra era noche
cuando aquí era la mañana.
El
segundo milagro era el del transporte, en donde estaba trabajando, el
gobierno estaba construyendo un nueva carretera llamada El Corredor
Turístico Galera San Francisco, y los pueblos de Quingue y el Cabo de
San Francisco, donde estaban los dispensarios del SegurO Social
Campesino, a los que debía acudir, estos pueblos temblaban al paso de
los tractores y los volquetes, Este gobierno cambió la modalidad de
construcción de las carreteras en el país, se hacían a extraordinaria
velocidad, y con extraordinaria calidad, para lo cual las máquinas de
tamaño impresionante hacían un trabajo que antes tardaba meses, en solo
días, el ritmo de trabajo era vertiginoso, los volquetes empezaban a las
cuatro de la mañana y terminaban a las ocho de la noche y se esperaba
que cuando llegue la hora de colocar el asfalto el trabajo sería de día y
de noche, 24 horas, siete días a la semana, como lo vio cuando se
construían las carreteras en la costa de Manabí
Cada
día el Dr. Tigre tenía que recorrer casi cien kilómetros para llegar y
volver de sus dispensarios y este trayecto que antes lo hacía en horas,
ahora le llevaba una hora, la mayor demora era esperar los buses. Pero
consideraba que los buses eran el mejor laboratorio social del que
podía aprender. En ellos podía ver reunida a la gente y evaluar si
había o no el problemas en la población, podía ver las dificultades
económicas y el ingenio para inventar el dinero, comerciando productos o
alimentos, en este espacio se ponía en evidencia la relación entre
hombres y mujeres, desde que eran estudiantes de escuela y donde ya los
muchachos comenzaban la malditas costumbres machistas de acoso y manoseo
a la niñas, hasta la indiferencia y la falta de cortesía, cuando un
hombre no permitía que las mujeres o los niños tengan la prioridad para
ir sentados. Se daba cuenta de los "manganzones" ,que es el término
esmeraldeño, para los hombres que ven con indiferencia los pesares de
los más débiles, en especial son descorteces con la mujeres y tiene esa
conducta de oportunistas indiferentes ante la peripecias ajenas.
Podía reconocer la actitud de bravos y malos de los delincuentes, las
enfermedades de la piel, la nutrición o los problemas respiratorios que
afectaban la zona, descubría los temas de conversación y hasta la
actitud ante la política, la televisión o los deportes, que se hablaba
en los asientos. La belleza y la fealdad de la gente del lugar eran
parte de sus fijaciones, al igual que el descubrir las huellas que
dejaba el mar, la montaña y el trabajo en el campo, o los oficios, como
la obesidad que afectaba a los profesores y conductores, consideraba que
ésta era ya una enfermedad ocupacional, , Pero lo que mas le gustaba
era ir en el techo de las rancheras que iban a Quingue, veía con
admiración y penosa resignación la vida de la selva en el último lugar
con bosque húmedo tropical frente a las costas de su país, y desde el
techo de la ranchera gritaba y amenazaba con denunciarles ante las
autoridades de ambiente, a los talaban en la reserva , y un 20 de
Agosto los denunció. Miraba siempre con admiración y curiosidad a las
mujeres de Quingue que todas las tardes se reunían a jugar bingo, en
lugar de ayudar en las tareas escolares a sus hijos, se preguntaba el
por qué de esta costumbre y volvía a deslumbrarse con el brillo de mar
en el atardecer frente a Estero De Platano, mientras pensaba que el don
del asombro ahora era mas frecuente en los viejos que vivían atónitos
los vertiginosos cambios, mientras que para los jóvenes lo nuevo era
como parte de lo cotidiano, como lo son las noticias.
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