En Bolivia se vive un momento trascendente que afecta a toda Sudamérica, pues luego de ser el país con el mayor crecimiento, la mejor distribución de la riqueza, y donde la democracia logró sembrarse en los Andes, ha pasado a ser un polvorín.
En los Andes de América Latina, se ha vivido la peor forma de explotación de los recursos naturales y de los seres humanos, en el continente.
En las elecciones de Bolivia, Donald Trump, hoy el propietario de los Estados Unidos, que opera como un consorcio o empresa, donde el CEO es Trump, intervino directamente en las elecciones de Bolivia, para expulsar de América del Sur al Socialismo del Siglo XXI,
Hoy se vive unas nuevas elecciones en Bolivia que nos advierten las formas de intervencionismo en las que ya no interviene sólo Estados Unidos, interviene Brasil, Perú, Colombia, España, la OEA, la Comunidad Económica Europea PROSUR y todos en contra de Maduro, en Venezuela, Evo Morales, en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Ignacio Lula da Silba en Brasil, Daniel Ortega, en Nicaragua, Los Fernández en Argentina, Diaz Canel en Cuba, es contra todos aquellos que se aprovecharon de los tiempos en que Estados Unidos y Europa vivían la crisis inmobiliaria, y los altos precios de las materias primas. El haberse aprovechado de los altos precios de las materias primas y así detener la desbocada concentración de la riqueza en los multimillonarios y sus empresas, o lo que es peor, convertir estos nuevos ingresos en salud, educación, vialidad, megaconstrucciones, gasto público, o en países competidores como China o Rusia, fue lo molesto y peligroso.
Es que en la política hoy se trata simplemente del juego sucio dentro de los países y entre países, este invento de occidente, al igual que la democracia hoy se diferencian, la política es el poder de las urbes, democracia el poder de las personas.
En la política se fabrican ciudadanos, gentes con deberes y derechos que les da y les quita el gobernante de turno, y se lo hace en las escuelas, colegios universidades, usando el ejército, la policía, las leyes, o los medios.
En la democracia se crean personas, creando de forma continua el derecho a elegir en todo, desde la persona a la que se ama, los hijos que se quiere, la comida que se come, la ropa que se viste, el trabajo en que se ocupa, el arte que se practica, el viaje que se hace, el voto que se da. Algo muy difícil antes del siglo XX y obligatorio en el siglo XXI.
Este ejercicio contínuo de elegir, que no fue nunca posible para las mujeres, ni para los esclavos, ni para los peones, o para los obreros ni empleados, se convirtió en un problema cuando los esclavos empezando por lo judíos se liberaron de los egipcios, los cristianos de los romanos, los hispanos de los españoles y los brasileños de los portugueses, los anglosajones de los ingleses, los negros de los amos, los asiáticos de los mercaderes europeos, cuando el mundo se libró de los imperios de occidente, del que solo resta uno, Estados Unidos.
Luego de este primer paso hacia la democracia, las distancias fueron superadas por el transporte, las lenguas por la comunicación, el olvido por el libro, la ignorancia por la escuela y los medios, la maldad por la justicia y la investigación científica de delito, la violencia por la paz, la enfermedad por la medicina, el privilegio y el lujo por el comercio al por mayor, en fin, todo fue cambiando.
Lo mas molesto para los imperios europeos, y el imperio norteamericano, el último imperio de occidente, es que estos cambios se salieron de control, cada ser humano se volvió el inventor de su propia vida, algo inaudito, pues antes los seres humanos eran inventos de los padres, del clan, de la tribu y las familias, luego de los emperadores, después de las religiones, luego del comercio y la industria, de la mercadotecnia, ahora cada ser humano es un invento de sí mismo. Ante esto, Estados Unidos y los ex imperios europeos, que se niegan a morir, han inventado la llamada guerra global.
Se trata de una nueva forma de guerra. en que la electrónica, los medios, los ejércitos mecanizados, robotizados, con armas de precision o de extinción masiva, la policía con medios de vigilancia total, los bloqueos económicos, se enfrentan a una nueva generación de seres humanos que ya no son los analfabetos, ya manejan celular, motores, computadoras, se expresan de forma personal mediante la internet y grupal mediante las protestas. Que tienen nuevas necesidades, pero también nuevas capacidades, que tiene mas inteligencia, esto es la capacidad de relacionarlo todo, que tienen nuevas palabras y lenguajes que permiten otra comprensión de la realidad.
El fenómeno de Bolivia, que empezó hace 14 años, junto con el fenómeno del llamado socialismo del siglo XXI, es una respuesta a un globalización del capitalismo, que se convirtió en una forma desbocada de extracción de recursos naturales, una nueva forma de explotación humana a través del endeudamiento, una forma de manipulación del pensamiento y la conciencia mediante el entretenimiento y los medios, una nueva forma de convivencia mediante el celular.
OEA actuó de forma ‘poco ética’ en revisión de elecciones bolivianas: CEPR
El estudio del think tank estadounidense sostiene que los autores del “Reporte Final” de la auditoría realizada por la OEA sobre los resultados electorales bolivianos en 2019 “tergiversan datos y evidencia” con el propósito de impulsar denuncias de “manipulación intencional” en el conteo de votos por parte de quienes encabezaban las instituciones bolivianas en ese entonces.
Foto: OEA
La observación y auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) de las elecciones de Bolivia en octubre del 2019 fueron llevadas a cabo de una manera “poco ética” y contribuyeron a impulsar una “narrativa de fraude” que derivó en la instalación de un gobierno de facto respaldado por militares, sostiene un nuevo análisis del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés).
El estudio, firmado por Jake Johnston y David Rosnick, investigadores del CEPR, sostiene que los autores del “Reporte Final” de la auditoría realizada por la OEA sobre los resultados electorales de octubre “tergiversan datos y evidencia” con el propósito de impulsar denuncias de “manipulación intencional” de los resultados electorales por parte de quienes encabezaban las instituciones bolivianas en ese entonces.
“El Reporte Final de la OEA identifica muchos problemas reales sobre el manejo de las elecciones que deben atenderse. Sin embargo, pese a que se diga lo contrario, no provee ninguna evidencia de que esas irregularidades alteraron el resultado de la elección, o que hayan sido parte de un intento deliberado para hacerlo”, dice el resumen ejecutivo del análisis.
El nuevo reporte del CEPR, un think tank estadounidense, agrega que la organización multilateral encargada de resolver una disputa electoral debe actuar de forma honesta, imparcial y creíble.
“Este estudio muestra que la OEA no actuó de esta manera en el caso de la crisis electoral boliviana del 2019”, dice el texto.
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El CEPR ya había publicado en noviembre pasado un estudio en el que sostuvo que “el análisis estadístico de los resultados electorales y las hojas de recuento (o actas) de las elecciones bolivianas del 20 de octubre no muestra evidencias de irregularidades o fraude”.
El 20 de octubre, en medio de incertidumbre por los resultados electorales, ya que las encuestas de salida apuntaban a una segunda vuelta entre los candidatos punteros, el entonces Presidente Evo Morales y Carlos Mesa, la polémica se avivó cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dejó de publicar la información sobre los votos.
Casi 24 horas después, el 21 de octubre, el TSE anunció en rueda de prensa una victoria del líder izquierdista con 46.4 por ciento de los votos, contra el el 37.07 conseguidos por Mesa, de centro.
Luego de la publicación de los resultados, la OEA, encabezada por Luis Almagro, pidió a las autoridades respetar “la voluntad de la ciudadanía”. Mesa y sus aliados denunciaron un fraude electoral y llamaron a protestas en el país que Morales calificó como manifestaciones con un “trasfondo racista” que representaban un “golpe de Estado”. Sin embargo, Morales solicitó al organismo internacional realizar una revisión del proceso de conteo de votos.
Tras esa primera revisión llevada a cabo por la OEA, que concluyó el 27 de octubre con un llamado a respetar el cómputo de los votos, la administración del líder indígena autorizó una segunda fiscalización, que concluyó en noviembre con un llamado a nuevas elecciones.
Aunque Morales aceptó la recomendación para un nuevo proceso electoral, el 10 de noviembre las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana pidieron al entonces presidente renunciar al cargo. Pese a que Morales anunció su renuncia, la medida no fue avalada por el Poder Legislativo.
El 12 de noviembre, Morales arribó a México como asilado político pero, tras una temporada en México, el líder boliviano aceptó una oferta de asilo por parte del gobierno argentino.
Luego de la salida de Morales, Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta de Bolivia, respaldada por las Fuerzas Armadas. Nuevas elecciones han sido convocadas para el 3 de mayo.
En el nuevo reporte del CEPR, los analistas reiteran que, pese que la OEA ha insistido en sus reportes y auditorías que las irregularidades detectadas en el proceso electoral boliviano fueron parte de una “manipulación deliberada” que alteraron el resultado electoral, pero que tanto el CEPR como otros analistas han demostrado lo contrario.
En su estudio, Johnston y Rosnick citan el análisis publicado en The Washington Post en febrero pasado por Jack Williams y John Curiel, investigadores del Laboratorio de Datos y Ciencia Electoral del Massachusetts Institute of Technology (MIT), para enfatizar que, de acuerdo con reportes independientes, no se ha encontrado evidencia que respalde los dichos de la OEA.
Tanto Williams como Curiel habían sido contratados por el CEPR en diciembre para verificar los hallazgos presentados en el reporte publicado en noviembre por el think tank.
En el más reciente estudio, los investigadores del CEPR agregan que la actuación de la OEA en el caso boliviano es similar a la manera en la que una misión del organismo actuó en las elecciones presidenciales del 2010 en Haití, en la cual los observadores recomendaron “cambiar los resultados” sin contar con una “justificación razonable” para ello.
“Como lo muestra este (nuevo) reporte, las actividades de observación de la OEA en las elecciones generales de Bolivia en 2019 son el más reciente ejemplo de una misión de observación profundamente problemática cuya conducta deshonesta, sesgada, y poco profesional ha causado un serio daño a la democracia del país”, agrega el documento.
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