La violencia carcelaria en Ecuador se ha convertido en noticia mundial. Este fenómeno social parte de una consciencia colectiva que convirtió a las cárceles en universidades de la violencia irascible, suicida, rabiosa, mediante lugares, guardias, directores de prisiones, que practican en las prisiones todo lo que pueda ser inmoral, ilegal, injusto.
Ser guarda de prisiones o director de prisiones se convirtió en un sucio negocio, una degradación humana que usa los recintos carcelarios para convertirlos en un infierno, donde ellos son los diablos y los presos los castigados.
Después de que la pena de muerte en Ecuador fuera eliminada, dejó de ser lo peor que le podía pasar a un delincuente o a un enemigo del gobernante de turno, o de la iglesia católica, porque la pena de muerte procuraba ser el mayor sufrimiento posible, que terminaba con la vida de un ser humano. Hoy la pena de muerte es practicada por los sicarios y los mafiosos de las redes de narcotráfico como los carteles colombianos, mexicanos y ecuatorianos.
Entonces se decidió que la muerte no era suficiente, el sufrimiento debía ser prolongado desde que es condenado hasta el último día que respire, procurando que esté el mayor tiempo posible consciente del castigo que recibe, de manera que mientras más tiempo viva en prisión, para más personas y generaciones se den cuenta lo que significa violar la ley.
La cárcel se convirtió en una enfermedad crónica. Antes la pena de muerte era una enfermedad aguda. Lo que justifica la prisión prolongada era que el prisionero tenía tiempo para demostrar su inocencia, que no se mataría a un inocente, lo que era un hecho irreversible. Además que las prisiones serían centros de rehabilitación social, es decir de arrepentimiento, donde el preso aprendería lo que no aprendió u olvido, a vivir en paz con otros seres humanos, lo que significa sin hacer daño.
El matar a un inocente se convirtió en algo peor que lo que hacen los asesinos, porque el asesino de inocentes es un gobierno elegido por el pueblo, que se supone, procura que el pueblo no sea un odio irracional, que pueda desencadenar una revolución, al convertirse en ira de masas.
Pero la prisión pasó a ser un castigo contra los enemigos del gobernante de turno, una forma de gobernar, una manera de imponer un orden conveniente para el que está en el poder, una forma de estigmatizar a los enemigos de los medios de comunicación libres, de presidente democrática o antidemocráticamente en el poder.
La justicia pasó de ser la sentencia de un rey, un obispo, un cardenal, un general, un teniente político en un pueblucho, a lo que sentencia la opinión pública como se conoce al poder de los medios. En una nueva forma de linchamiento a la que se le llama linchamiento mediático. En el linchamiento popular al igual que en el linchamiento mediático lo que manda es el odio, no la evidencia.
En teoría la justicia pasó a ser una ciencia, esto es reunir pruebas y evidencias de que alguien cometió el delito pero se convirtió en un negocio que empieza con el dinero para pagar al abogado, reunir las pruebas, y finalmente para sobornar al juez o al fiscal.
Hoy la justicia está contaminada por la politica, los medios, el dinero, la injerencia extranjera como la CIA, la DEA, el Departamento de Estado o el departamento de Justicia y el FBI de los USA.
El delito se volvió un punto de vista, en que lo que siente la víctima es menos importante que lo que dice el juez, como cuando una mujer violada rechaza el embarazo que le produjo el violador, que es como ser infectada por sida, pero en el sida, o AIDIS, la víctima es el violador que se convierte en vector de la enfermedad y la violada después, donde además de ser víctima de la enfermedad es de la violencia, enfermedad mental, y crueldad del violador.
En el aborto la víctima es un niño, una criatura que en principio no tiene culpa alguna, pero significa la humillación, el miedo, a la que fue sometida una mujer, a la que se le infectó con el odio y la maldad, la crueldad del violador, que adquiere rostro humano en su propio hijo, para convertirse en odio, humillación, miedo, con rostro, con la sangre y las señales del torturador, una la forma de tortura convertida en años, que está obligada a soportar la violada por el resto de sus días, donde la cara del malvado que pretendió matarla, despojarle de su dignidad, de su autoestima, de su derecho a elegir, se convierte en una forma de tortura, que tiene que soportar por tiempo indefinido, en sus narices. Esto era algo que antes del siglo XXI, en que las mujeres por fin tienen derechos, dignidad, era simplemente una maldición, por nacer y ser mujer, porque ser mujer era en sí una maldición. Entonces se le obliga a una mujer a criar y acompañar por el resto de su vida a un bebé con taras irreversibles, o con malformaciones congénitas graves, a soportar pobreza, humillación, martirios, usando a los niños como medio de tortura, como cadena como sentencia contra ella, de un hombre riega hijos, que convertía en deporte embarazar y abandonar a sus hijos. a los que usa para marcar y someter a sus caprichos a las mujeres.
Las cárceles en Ecuador se convirtieron en universidades del delito, en que al igual que las universidades, se adquiere conocimientos, pero sobre todo relaciones. En las cárceles los presos se obligan a pertenecer a una banda que se disputa con otra el poder dentro de la prisión, que significa humillar, intimidar, forzar, obligar a otros.
Al salir de la cárcel, el preso le debe la vida a los que le protegieron dentro de prisión. Esto le obliga a ser parte de los carteles, que son los que gobiernan dentro de las cárceles. En la cárcel se aprende a matar sin remordimiento de conciencia, para lo cual es necesario hacer motines carcelarios, masacres. Estas masacres son las que crean los lazos eternos entre sicarios, como las guerras crea lazos eternos entre los combatientes, son las que lavan el cerebro de los presos, las que les convierte en máquinas de matar, con carne huesos y sobre todo con la maldad posesionada de su mente.
La cárceles en Ecuador son templos de una religión sanguinaria practicada en México llamada la Santa Muerte, que se expande por el continente, como un día lo hizo la religión católica, y que ofrece como recompensa mucho dinero, placeres, y riqueza, si convierten a pueblos, ciudades y países en infiernos, donde ellos pueden vivir sus delirios.
Las cárceles se convirtieron en las armas con las que los abogados, los jueces, los políticos, los ricos, los malvados pueden hacer de las suyas pues en Ecuador, los abogados y jueces aprenden en las universidad como usar las trampas que crean las leyes y a crear leyes con trampas, especialmente a demorar sentencias.
En las cárceles de Ecuador los presos sin sentencia son más que los que tienen sentencias, pero lo peor es que los que están presos por no pagar la pensión de alimentos de sus hijos, o una infracción de tránsito, comparten celdas con sicarios, asesinos, o dementes que corrompen su alma, los reclutan.
El hambre, que ahora está golpeando las puertas de todas las casas en Ecuador, mas las deudas, los impuestos, los intereses, los precios, la inflación, el desempleo, la desocupación, la informalidad, que se ha vuelto una nueva epidemia en América Latina, que se convierte en narcotráfico, trafico humano, olas migratorias, deforestación, depredación, minería ilegal, laboratorios y plantaciones de drogas, minisubmarinos, lanchas rápidas, avionetas, drones, armas de alto poder, muertos mutilados, expuestos en puentes, quemados vivos, en formas de tortura dementes.
El alimentar a los niños, y jóvenes y viejos del país, con almuerzos y desayunos gratis y equilibrados en los centros de estudio los asilos, y de atención médica y medicinas gratuitas, es más barato que alimentar y mantener en prisión a los miles de delincuentes, que sobresaturan las cárceles. Pero el narcotráfico, el aborto ilegal, el narcolavado permite tener más policías y soldados, jueces, fiscales, o periodistas, que finalmente sirven para mantener en el poder al gobernante de turno. Esto fue visible en el llamado período especial de Cuba, en que la violencia no prosperó gracias a que el gobierno mantuvo la educación, la vivienda y la salud sin un deterioro que desencadene la demencial violencia que vive Ecuador, México, El Salvador, Honduras o Guatemala, y Colombia, las llamadas Banana Repúblicas, desde los años 50.
Ecuador: más de 40 muertos tras un nuevo motín carcelario
- Redacción
- BBC News Mundo
Más de 40 personas murieron este lunes en un motín entre presos de máxima seguridad en una cárcel de Ecuador, en otro episodio que renueva el debate sobre la violencia y la falta de control por parte del Estado en el sistema penitenciario del país sudamericano.
Según confirmó la Fiscalía en Twitter, las muertes ocurrieron en el Centro de Rehabilitación Social de Santo Domingo de los Tsáchilas, que se encuentra a unos 70 kilómetros de la capital, Quito.
Heridos con el rostro golpeado fueron trasladados en camionetas y ambulancias para recibir atención médica y familiares de los presos se aglomeraban en las inmediaciones del centro penitenciario, constató la agencia de noticias AFP.
Fin del contenido de Twitter, 1
El Ministerio del Interior informó que el motín comenzó en horas de la madrugada y la policía no logró recuperar el control del pabellón de máxima seguridad de la cárcel hasta casi el mediodía.
Datos publicados en Twitter por la policía indican que más de 200 efectivos fueron enviados al penal y se esperaban otros 150 para reforzarlos.
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El ministro del Interior, Patricio Carrillo, dijo en una conferencia de prensa que las autoridades habían logrado evitar la fuga de al menos 112 reos, quienes fueron "recapturadas inmediatamente" en los cercos externos de la prisión y que se buscaba a otros 108 fugados.
El general Fausto Salinas, quien fue nombrado comandante general de la policía, dijo a la estación de televisión Teleamazonas que un preso, líder de una banda mafiosa que fue trasladado desde otra prisión, fue el causante de la revuelta.
Tras una requisa en los pabellones, la Policía informó que había decomisado cuatro armas de fuego, cuatro granadas de uso militar y municiones, aunque el Ministerio del Interior informó que la mayoría de los fallecidos sufrió heridas de armas blancas.
Reacciones
El presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, expresó en Twitter su consternación por el hecho.
"Mi más sentido pésame a los familiares y seres queridos de los fallecidos en el amotinamiento en la cárcel de Sto. Domingo. Este es un lamentable resultado de la violencia entre bandas", dijo.
Tras el motín, la policía ecuatoriana anunció que se había movilizado junto a las fuerzas armadas y que habían reforzado la seguridad en otros penales del país.
En los últimos años las cárceles de Ecuador se han convertido en escenario de violentos ataques entre reclusos, principalmente debido a disputas entre bandas relacionadas con el narcotráfico y rutas de exportación de droga.
En abril pasado una disputa entre bandas por el control interno de la prisión de El Turi, ubicada en la sureña ciudad de Cuenca, causó la muerte de al menos 20 reclusos.
En un informe publicado en marzo pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aseguró que el sistema carcelario ecuatoriano está debilitado por el abandono del Estado y la ausencia de una política integral, así como las malas condiciones de reclusión.
Amnistía Internacional indicó en su informe anual de 2021 que al menos 316 presos murieron como producto de enfrentamientos en las cárceles ecuatorianas durante 2020.
El más grave de ellos tuvo lugar en septiembre de ese año, con un saldo de 119 fallecidos.
Las cárceles ecuatorianas, como muchas en América Latina, sufren de graves problemas de hacinamiento: en las 65 prisiones del país, con capacidad para unas 30.000 personas, hay unos 35.000 presos, datos oficiales.
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